El próximo 19 de marzo se cumplen tres años de la detección de los dos primeros casos de Covid-19 en Hidalgo. Un hombre de Pachuca que viajó en enero de 2020 a Estados Unidos y en febrero a otras entidades federativas.
El segundo, un habitante de Mineral de la Reforma que en diciembre de 2019 viajó a Francia y en marzo regresó a Ciudad de México. Tras presentar síntomas, ambos casos acudieron al Hospital General de Pachuca.
Desde entonces, en la entidad se han notificado 127 mil 63 contagios confirmados y 8 mil 367 defunciones acumuladas.
No obstante, las cifras no solo dejaron el acumulado de la enfermedad y la muerte, también existen las miles de historias que se vivieron desde aquel mensaje que el gobierno federal lanzó a la población “quédate en casa”.
Lo que se pensó en un inicio sería un aislamiento preventivo, y que la autoridad federal enfatizó no eran vacaciones, se convirtió en casi dos años de restricciones basadas en un semáforo de riesgo epidémico ante ola tras ola de la pandemia.
Mil días atrás de calles vacías, comercios y escuelas cerradas, hospitales saturados, saludo con puño o codo, trabajo vía remota, miedo de un estornudo, aplausos para recuperados, videollamadas, muertes que empezaron a sentirse cerca, largas filas para recibir las primeras vacunas.
Aunque en el último año, se ha transcurrido a la “normalidad” en la que poco queda de las medidas de prevención la pandemia dejó marcas, quizá algunas más visibles que otras, como lo demuestran algunos testimonios que recabó La Jornada Hidalgo.
Pablo sigue sin superar la partida de su padre
A más de un año de la muerte de su padre por Covid-19, Pablo Montiel Zamora relató que son varias las emociones en su día a día, luego de un adiós sin despedida, que él mismo reconoce aún no supera.
“Fueron 17 días que mi papá estuvo internado en el IMSS de Tizayuca. Una vez que mi papá entró al hospital ya no lo volví a ver, solo iba recibir información todos los días. En la primera semana solo mi hermana lo vio a través de los vidrios”.
Pablo lamenta no haberle dado ánimo para que su progenitor no tuviera miedo a la vacuna contra Covid-19. “Mi papá nunca se quiso vacunar, y siento que faltó más apoyo de decirle <<yo ya fui y no me pasó nada>> lo hubiéramos motivado”.
“Si hubiera tenido la oportunidad de salvar a mi papá, hubiera buscado las mejores palabras, el mejor momento para llevarlo a vacunar, quisiera que me devolvieran ese tiempo para llevarlo, hice, pero no pude todo”, expresó.
¿Por qué siempre estoy agotada? Secuelas de una sobreviviente
Martha Hernández no sufrió la pérdida de un ser querido, pero sentada en un parque de la capital hidalguense enumeró las secuelas que padece a un año y medio de contagiarse con la variante Delta.
“Tengo mucha fatiga, a veces me pregunto por qué siempre estoy agotada desde que comienzo el día, también sigo con caída de cabello, en ocasiones la falta de concentración”.
La mujer que solo tenía una dosis de la vacuna contra Covid-19 cuando se contagió y fue hospitalizada, anteriormente caminaba hasta la escuela de su hijo, hoy es un desafío, presenta sensación constante de falta de aire.
“A veces echo de menos como era yo antes”, expresa, ya que además sostiene que lo que también le aflige es la incomprensión que vive de sus familiares cuando refiere estar sin energía.
Cabezas de familia que se fueron antes de tiempo
“En julio de 2020, mi hermana sintió el cuerpo adolorido, pero al otro día comenzó con la fiebre, a lo que dijo <<no vaya a ser Covid>>, la aislamos, no mejoraba, un médico nos dijo que ya tenía que ser entubada porque se le dificultaba respirar”.
Lo anterior contó María, vecina de Santiago Tulantepec, quien prefirió el anonimato a petición de sus familiares.
La mujer de 38 años falleció a los dos días de ser internada en el hospital. La abuela materna desde entonces quedó a cargo de su nieta de siete años, con apoyo de la red familiar.
Situación que se dio en este contexto, porque de acuerdo con el testimonio de la hermana de la fallecida, el padre de la menor abandonó el hogar desde cuatro antes que se registrara la pandemia.
Estaban en la primera línea, hoy están desempleados
Además de enfrentar en un principio el rechazo por considerarlos foco de contagio –como ocurrió en Tulancingo donde se manifestaron para que médicos no se hospedaran en un hotel- aunado al desgaste físico y emocional, para algunos trabajadores de salud llegó el despido.
A Diego Abraham Guerrero Felipe le parece lamentable que tras enfrentar desde la primera línea la pandemia de Covid-19 en el Hospital de Respuesta Inmediata en Huehuetla, hoy no pueda contar con una plaza en la región donde habita, expresó
“Cuando salí de la universidad estuve desempleado casi seis meses, y pedí trabajo en el Hospital Básico de Huehuetla, que no cuenta con nutriólogo, y la oportunidad llegó cuando comenzó la pandemia”.
“Al principio entré como administrativo a recursos financieros porque el nutriólogo ganaba menos”. Después, Diego fungió como nutriólogo, con sueldo de administrativo, ante la necesidad de un especialista en la dieta de los enfermos con coronavirus. “Fue mucha carga porque era repartir desayuno, comida y cena a pacientes y todo el personal”.
“En cierto momento me tocó atender a pacientes que iban de salida, como mucha gente desconocía de esta enfermedad, me pedían consulta para saber qué iban a comer en casa”, agregó.
Con la dieta sabía cómo estaba cada paciente
Como nutriólogo, la alimentación blanda, líquida o parenteral le permitía saber a Diego cuando un paciente en el Hospital de Respuesta Inmediata estaba recuperándose o a punto de morir.
Lo más difícil, sostuvo, fue cuando se trataba de vecinos que él conocía desde que era niño o cuando se internaban sus familiares al hospital, entre ellos su tío, de quien supo perdió la vida cuando no vio su nombre en las dietas.
“La mayoría de personas que entraban al hospital necesitaban oxígeno, llegaban graves. Aunque la mayoría falleció en sus casas, porque la gente tenía miedo de ir al hospital, prefería atenderse en casa, por el rumor de que en los hospitales mataban”.
El nutriólogo recordó que, en muchos casos en el pico alto de la pandemia, la gente le pedía apoyo para que les prestaran tanques de oxígeno o medicamento, ya que en Huehuetla solo se disponía de concentradores en el hospital.
Tiempo en el que este profesional se la salud tampoco escapó al contagio, del cual tardó mes y medio en recuperarse.
Tras la desaparición de los hospitales Covid en Hidalgo, ante la baja de contagios, la opción para trabajar fue el Hospital Integral de Zimapán, donde Diego laboró hasta enero de este año, pues indicó que eran 9 horas para trasladarse desde Huehuetla por un sueldo de 2 mil pesos.
A tres años de la pandemia, el egresado de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, anhela contar con su propio consultorio en Huehuetla, donde faltan clínicas y especialistas, y mejorar hábitos de alimentación, que fue fundamental para las personas que libraron la batalla del Covid.
Pocos se acuerdan, Memorial luce olvidado y vandalizado
El Memorial Covid ubicado en la Explanada Bicentenario de Pachuca, para honrar la memoria de fallecidos y personal de salud que estuvo durante la pandemia, hoy luce olvidado y vandalizado.
A nueve meses de inaugurarse, en uno de los muros blancos del memorial, la vitrina donde están inscritos los nombres está a punto de caerse. Ahí cerca, la fuente luce seca y sucia.
Mientras que el Monumento Ecuménico ha sido grafiteado y los cables que permitían la iluminación nocturna del lugar se encuentran fuera de las estructuras que estaban cubiertas con vidrio.
Este diario constató que dicha construcción que realizó la anterior administración estatal y que tuvo un costo de 16 millones 62 mil 289.98 pesos, es poco visitado por los deudos.
Como ofrenda en el memorial, se aprecia una rosa seca pegada, un dibujo en forma de círculo dedicado a un abuelito, y la fotografía de un adulto mayor con algunas veladoras a los lados.
Medidas: cuidados quedan al arbitrio de la población
En Hidalgo, quedó como sugerencia publicada el pasado 1 de febrero en el Periódico Oficial del Estado de Hidalgo (POEH) el uso de cubrebocas en espacios cerrados que no se encuentren ventilados o cuenten con poca ventilación.
Se recomendó la mascarilla para las personas que no cuenten con su esquema completo de vacunación, o padezcan alguna enfermedad que genere compromisos en su sistema inmunológico.
Por su parte, la titular de Salud en Hidalgo, María Sorayda Robles Barrera, ha recalcado desde su llegada al frente de la Secretaría que las muertes no son números, “es una pérdida humana”.
Por lo que, a la fecha, la funcionaria estatal ha insistido en “no bajar la guardia” porque los contagios siguen y ha señalado que “es altamente recomendable el uso de cubrebocas en espacios cerrados”.
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