A mí, como a todos quienes vivimos en La Reforma, nos interesa que haya verdadero progreso, alejado de propósitos políticos que suelen ser distractores de un bien común. Esto lo expresa Rubén Contreras García, quien se reserva si buscaría ser candidato a la presidencia municipal.
Tiene la experiencia y grato recuerdo de que fue alcalde de 1991 a 1994. Mereció aprobación general de su gestión. Antes había fungido como juez conciliador durante el mandato de la doctora Bertha Riverol. Y acota: “Ella, y años adelante Lupita Baños, han sido las únicas alcaldesas”.
La charla, que fundamentalmente lo es, se lleva a cabo en un salón rectangular de La Nacional, fundado por su padre, Rubén Contreras González y su compañera de vida, Socorro García Ibarra.
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“Eso fue en 1960; ya, en 1970, me hice cargo. En el principio nos cobijamos en el también restaurante Mary Cristi, propiedad de mi abuelo, Zeferino González Ortiz; a la postre se vendió”.
De que, si es temprano para contender, Contreras García expresa. “Entiendo que ya tres mujeres, morenistas, levantaron la mano, Hilda Miranda, actual regidora; Areli Maya Monzalvo, exdiputada local panista, y Samantha Esparza Hernández. Supongo que habrá más aspirantes”.
Recuerda cuando participó. Empezaron a llegar simpatizantes, hasta ser unánimes solidarios. “¿Me apoyan, pregunté? Respondieron: ¡Sí, sí…sí…! Yo les dije ¡¡¡Pues vamos!!! Y fuimos y nos fue bien”. Ganó en los comicios.
Cuenta, sin melancolías, en plática gentil, amable, con una amistad de “casi una vida” a un lado: Carlos Alberto Rodríguez Arriaga, que integró con plena libertad su equipo de colaboradores, sin negociaciones.
Había un sindicato y lo suprimió. “Eran 25 y pregunté quiénes estaban conmigo. Veinte no titubearon, me dieron su confianza. A dos se les reubicó y a los tres restantes se les liquidó, acatando a ley”.
Como propiedad del ayuntamiento recibió una pipa, agujerada; una pick up en ruinas, un Caprice exacto sinónimo de un cascarón y una camioneta que nunca dieron de baja. Al concluir inventariaron un tractor, un guayín Renault, dos camionetas de dos toneladas, tres pick ups y un Dart. Todos en condiciones.
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Su salario mensual era de tres mil pesos, que igual percibían el secretario municipal, tesorero y el titular de obras públicas.
“Ah…fue primera vez que hubo DIF Municipal. El estatal lo encabezaba Alejandra Mora, esposa del gobernador Lugo Verduzco. Y después Lupita Ortega de Murillo”.
Acciones emprendidas por el ayuntamiento fueron numerosas. Cuenta de algunas -o de muchas-. Lista interminable.
Confirma que renunció al PRI. “Analizado, el partido no era el mismo. Algunos me dijeron, que lo pensara; y sí lo pensé y me retiré. Sentí que había cumplido con lealtad y entrega”.
Es hacedor de afectos, al igual que de carácter firme al formular juicios. De la alcaldía, muy cercana a su negocio, apunta:” Qué bueno, día a día se acerca el fin de la actual gestión. Esperemos que el nuevo (a) se dedique a trabajar. Pululan los roedores por los tiraderos de basura. Deseamos que asuma un paisano auténtico del municipio.
“Este ayuntamiento cerró una carretera de Pachuca a Tulancingo, y no olvido en qué condiciones está la Plaza de la Justicia”.
Concluye: “No olvido expresión del gobernador Julio Menchaca, ‘trabajando juzgaremos´. Es la clave para cumplirle a la gente”.
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