La fiscalía y la defensa presentaron sus últimos argumentos para tratar de convencer al jurado que declare a Genaro García Luna culpable o inocente de recibir sobornos multimillonarios del cártel de Sinaloa y con ello condenar a quien fue la “cara pública” de la guerra contra las drogas en México y Estados Unidos, como un cómplice del crimen organizado, o absolver a un ex policía nacional acusado injustamente por sus enemigos.
Este jueves el juez Brian Cogan entregará el caso al jurado, para que de inmediato inicie sus deliberaciones a puerta cerrada y busque una decisión de consenso sobre cada uno de los cinco cargos criminales contra el ex funcionario.
Es ese jurado de 12 ciudadanos, y no el juez, el que finalmente determina el resultado de los juicios criminales. Hasta que se conozca el veredicto hay presunción de inocencia del acusado.
En el décimosexto día de sesiones de este juicio, los fiscales y la defensa presentaron el resumen de sus respectivos argumentos.
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Es un “corrupto”, acusa la fiscalía
“La evidencia ha demostrado que el acusado fue un funcionario político corrupto… quien tomó millones de dólares en sobornos del cártel de Sinaloa”, para ayudar en el tráfico internacional de drogas. “Es un político inteligente, ambicioso, poderoso y egoísta”, afirmó la fiscal Saritha Komatireddy, en un podio frente al jurado, mientras García Luna estaba sentado en la mesa de defensa, atrás de la sala.
“La hora ha llegado para obligar a que el acusado rinda cuentas por sus delitos”, subrayó.
En un resumen, recordó que los fiscales presentaron nueve testigos cooperantes, quienes ofrecieron declaraciones con conocimiento directo y específico de los actos criminales del acusado.
Hiló fragmentos de las declaraciones durante el juicio de los ex narcotraficantes, funcionarios públicos, agentes de seguridad pública estadunidenses y mexicanos y hasta un ex embajador estadunidense en México. Enfatizó que “todos han dicho una sola cosa: el acusado aceptó millones en sobornos, repagando el favor con su asistencia al cártel de Sinaloa”.
La fiscal recordó que varios de los testigos cooperantes repitieron que el negocio del cártel requiere del apoyo de los gobiernos a todos los niveles. Que “el acusado era uno de esos funcionarios corruptos”, que traicionaron sus obligaciones de servir a la sociedad para hacerse ricos, coludiéndose con aquellos a quienes juraron combatir.
Resaltó partes de las declaraciones de figuras como Jesús El Rey Zambada, Sergio Villarreal El Grande, Óscar Nava Valencia El Lobo, Édgar Veytia o Harold Mauricio Poveda Ortega.
El Conejo y otros, que ofrecieron “evidencia específica y creíble” sobre el pago de sobornos al acusado y sus socios, la asistencia que oficiales y funcionarios corruptos brindaban al cártel, y cómo el negocio del narcotráfico estaba protegido por esas relaciones corruptas con los más altos niveles del gobierno.
Citó a uno de los testigos cuando le dijo a otro: “Cabrón, no te preocupes, todo está arreglado”, gracias en parte al acusado.
Komatireddy declaró que este caso fue construido a lo largo de más de una década. “Este caso se trata de corrupción a los más altos niveles. Ustedes pueden hacer algo al respecto” si declaran culpable al acusado.
“Toda la evidencia proviene de aquellos que la vivieron, de conocimiento de primera mano”, dijo al referirse a los testigos cooperantes. “Créanles”, concluyó. Y dando la vuelta para ver hacia el acusado y apuntando hacia él, exigió : “Declaren que es culpable”.
No hay pruebas, insiste la defensa
Después de más de tres horas de la ponencia de cierre de la fiscalía, fue turno de la defensa para ofrecer su resumen del caso. Reiteró ante el jurado su argumento de que la fiscalía sólo cuenta con testigos cooperantes criminales para comprobar los cargos contra García Luna y que esto es insuficiente si no hay pruebas que puedan corroborar las acusaciones.
El abogado César de Castro declaró que el caso se reduce “a la palabra de los testigos cooperantes”, ya que la fiscalía “ha fracasado en presentar pruebas… la falta de evidencia es impactante… y no hay nada para corroborar las afirmaciones de los testigos contra García Luna… No hay grabaciones, no hay fotos, textos, correos, libros de contabilidad, nada”.
Subrayó que sólo siete de los 26 testigos convocados por la fiscalía en este caso dicen haber conocido personalmente al acusado y que sólo tres dicen haber presenciado el pago de sobornos. Y todos, agregó el defensor, han ofrecido versiones “inconsistentes” sobre lo que vieron y contaron.
Con la estrategia del equipo de defensores de descalificar a los testigos, dijo que quienes declararon son criminales que “asesinaron, secuestraron, torturaron a miles” y llevaron vidas donde la mentira y la falsedad eran constantes.
Dijo De Castro ante el jurado: “Ustedes no pueden depender sólo de la palabra de estos testigos para declarar culpable a Genaro García Luna”.
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“¿Dónde está ese dinero?”
El acusado observaba fijamente a su abogado y al jurado, cuando De Castro afirmó que no son creíbles las versiones de supuestos hechos ofrecidos por los narcos y otros.
Entre esas versiones citó el hecho de que, si se suma lo que supuestamente estos testigos pagaron a su cliente en sobornos, llegaría a un total de por lo menos 274.3 millones de dólares.
“¿Dónde está ese dinero?”, preguntó y de inmediato expuso que, cuando concluyó su estancia en el gobierno, García Luna sólo contaba con una casa en la Ciudad de México, una “casa de campo” en Morelos, su esposa tenía dos restaurantes y la familia tenía un Mustang y un par de motos Harley-Davidson.
Enfatizó que los fiscales no han ofrecido ninguna prueba de que se ocultó, lavó o invirtió la supuesta fortuna acumulada por corrupción y que le atribuyen a su cliente.
De Castro intentó presentar a García Luna como un funcionario que trabajó duramente en una larga carrera en seguridad pública, y quien fue “la cara pública de la guerra” contra los que ahora son testigos, a los cuales arrestó, no les permitió escapar y extraditó a Estados Unidos, una versión que fue cuestionada por la fiscalía.
El abogado defensor llegó a sugerir que el caso es un tipo de venganza de los testigos contra quien ven como su “peor enemigo”.
Más allá de las declaraciones de los testigos, los fiscales “no cuentan con pruebas independientes” y por lo tanto el jurado debe declararlo no culpable.
Cuando el juez Cogan entregue el caso al jurado hoy por la mañana, ni él ni los fiscales o la defensa cuentan más. La suerte de García Luna –con todas sus implicaciones binacionales– estará ahora en manos de 12 ciudadanos.
Por David Brooks, corresponsal / La Jornada
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