La inversión, principal obstáculo para emprender en la entidad

Ser emprendedor, posicionar una marca y consolidar un negocio, requiere de algo más que actitud y deseos de lograrlo, pues el principal desafío es contar con capital y ser responsable en las finanzas para alcanzar el valor productivo del proyecto. Pero, además, la pandemia implicó un reto adicional: sobrevivir en medio de un entorno adverso en el que la mortalidad de las empresas mexicanas aumentó.

Paulina Martínez Hernández de la marca “Xamadi” y María José Giraldo Caballero de “Santo Cachón”, son dos emprendedoras de la capital del estado que han sorteado las dificultades de entrar al mercado productivo, pero pese a ello, buscan establecerse como empresarias.

De acuerdo con la Secretaría de Economía, los emprendedores son las mujeres y los hombres en proceso de crear, desarrollar o consolidar una empresa a partir de una idea, que en muchos casos no cuentan con la suficiente experiencia empresarial, tecnología o financiamiento para materializarla.

Asimismo, define a las microempresas como aquellos negocios que tienen menos de diez trabajadores, generan anualmente ventas hasta por cuatro millones de pesos y representan el 95 por ciento del total de las empresas y el 40 por ciento del empleo en el país.

Tanto Paulina como María José comprenden que el aspecto económico es la base de sus proyectos pues para ponerlo en marcha requirieron de una fuerte inversión que se destinó a la compra de materiales e insumos, diseño de la marca o logo, publicidad y el espacio físico.

Xamadí surge de la idea de una estudiante de mercadotecnia que conoció de cerca el problema de los artesanos para poder ofrecer su producto, desde la poca valoración hasta la falta de espacios para venderlos.

Por ello, dispuso de un espacio en donde funge como intermediaria para que los mismos artesanos exhiban su mercancía sin necesidad de salir a la calle, “nosotros ponemos los productos en exhibición y les damos difusión en redes sociales, también sirve (el local) como punto de entrega de pedidos” explicó.

En tanto que Santo Cachón se basa en la preparación de alimentos, desde crepas, helados, tamales, gelatinas, entre otros, y su origen parte de la necesidad de contar con ingresos extras al ser migrante colombiana.

La pandemia sanitaria significó para ambas otro reto más pues el mercado se modificó y las ventas no representaron el volumen esperado, lo que las obligó a disponer de más inversión y menos ingresos.

“Ha sido difícil, venimos de una pandemia y el mercado está raro, de repente hay épocas buenas como diciembre, pero viene enero y nadie compra, todos están gastados, pero tratamos de estar pendiente de lo que se puede tomar del mercado.

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La edad promedio de las nuevas empresas es 8 años

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el promedio de esperanza de vida de los establecimientos al nacer es de ocho años y cuatro meses, cifra similar a la media nacional.

Aunque no existe una manera única de obtener indicadores sobre la esperanza de vida al nacer o el número de años que se espera que un establecimiento viva una vez que alcanza una determinada edad, tomando en cuenta datos de 1989 hasta 2019, se observó que, por ejemplo, en un periodo de 2009 a 2012 la tasa mensual de muertes fue de 0.67 por ciento y la de nacimientos de 0.68 por ciento.

Lo anterior significa que, de 10 mil establecimientos existentes en un momento dado, en el lapso de un mes mueren 67 y nacen 68.

Pero durante la pandemia sanitaria, esta situación cambió drásticamente pues tomando como referencia un periodo de mayo de 2019 a julio de 2021, la tasa mensual de muertes fue de 1.45 por ciento mientras que la tasa de nacimientos apenas llegó al 0.81 por ciento, lo que significa que de cada 10 mil establecimientos existentes en un momento dado, en el lapso de un mes murieron 145 y nacieron 81.

El Inegi refiere que el impacto de la pandemia en la esperanza de vida de los negocios se conocerá cuando se tenga la información de todos los establecimientos que realicen alguna actividad económica, lo que sucederá cuando se llevan a cabo los Censos Económicos 2024.

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Apoyos oficiales sirven, falta socializarlos

Las jóvenes emprendedoras, Paulina y María José, tienen conocimiento de los distintos programas de apoyos para emprendedores y empresarios que ofrecen las instituciones gubernamentales como es el Gobierno del Estado, pero si estos no cuentan con la promoción necesaria, no sirven de nada, mencionaron.

Paulina aprovechó una beca del Instituto de la Juventud Hidalguense para poder pagar la renta, pero pide que se generen capacitaciones en finanzas, manejo contable, promoción de la marca, entre otros.

Desde el Instituto Hidalguense de Competitividad Empresarial, se brinda acompañamiento para el registro de la marca, diseño del logo, obtención de créditos, código de barras, entre otros, además de distintos programas de financiamiento como “Hidalgo Confía en Ti”.

No obstante, es necesario ser una empresa formal, proceso para el que “Xamadí” y “Santo Cachón” aún no ven próximo por otros desafíos que deben enfrentar.

Paulina reconoció los beneficios de la formalidad, aunque el proceso sea bastante burocrático y costoso, según refirió, “es muy burocrático, pero vale la pena… sí da miedo, pero es bueno atreverse y que tengan mucha paciencia” expresó.

La Secretaría de Economía explica que el proceso para crear una empresa en México lleva consigo procesos muy bien estructurados, lo cual depende si es de forma unipersonal o en compañía de otras personas, para lo cual existen siete tipos de sociedades mercantiles, además es necesario darse de alta ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Migrantes también buscan salir adelante emprendiendo

Además de todo lo anterior, María José tiene otro desafío por afrontar. Al ser de origen colombiano, buscar la nacionalidad mexicana se ha convertido en otra necesidad pues de otra manera no puede acceder a los apoyos gubernamentales.

Ella tiene seis años viviendo en Pachuca y cuenta con su residencia permanente, misma que obtuvo tras un esfuerzo por emprender desde casa vendiendo helados caseros.

Según datos del Instituto Nacional de Migración actualizados al 2023, la residencia temporal tiene un costo de 5 mil 108 pesos por un año, pero por dos aumenta a 7 mil 654 pesos, por tres a 9 mil 693 pesos, por cuatro alcanza los 10 mil 488 pesos, pero la residencia permanente tiene un costo de 6 mil 226.

La joven emprendedora tiene como meta lograr su ciudadanía mexicana pero antes, reconoce que al igual que ella, hay otros migrantes con deseos de emprender y crecer en México, pero sin poder acceder a los apoyos.

Por ello solicitó modificar las reglas de operación de algunos programas que les permitan acceder a ellos, “que se tenga esta apertura de apoyar a residentes extranjeros que quieren quedarse y quieren emprender” expresó.