Simón Vargas

¿Qué debemos recordar esta Navidad?

“La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del amor.”

Papa Francisco

La Navidad es una de las fiestas más importantes para la humanidad porque en ella se celebra que el Hijo de Dios se hizo hombre, para a través del amor mostrarnos el camino para la vida eterna.

Esta conmemoración es una de las celebraciones más importantes del cristianismo y en ella se evoca el nacimiento de Jesucristo un 25 de diciembre en Belén; con el tiempo se ha convertido en una fecha que se espera durante todo el año, en un momento donde las molestias, las desavenencias, los conflictos, incluso el odio y el resentimiento quedan relegados a segundo plano y se da paso a las reuniones en armonía, paz, reconciliación y perdón.

Durante años, los árboles adornados, los regalos y la comida en familia han sido momentos que caracterizan esta conmemoración, sin embargo, este año el ambiente se siente diferente, la pandemia originada por el virus SARS-CoV-2 que comenzó a extenderse rápidamente en marzo pasado, implicó que instancias como la Organización Mundial de la Salud exhortaran a medidas como: la implementación de mantener una distancia de al menos 1.5 m entre personas, lavado constante de manos con jabón, el uso de cubrebocas y gel antibacterial, además del confinamiento que al principio se pensó por semanas o incluso por un mes y que en algunos casos duro más de 6 de meses.

Sin embargo, y a pesar de la difícil situación que enfrentamos, esta Navidad debe continuar siendo un momento significativo, debe llamarnos a hacer un alto para reflexionar y autoevaluarnos, para alimentar el espíritu y fijar nuevas metas, pero, sobre todo en un mundo donde el materialismo, la violencia, las agresiones y el egoísmo han comenzado a permear con más fuerza que nunca, el nacimiento de Jesucristo debe ser una guía para recordar la empatía y el amor al prójimo.

Desafortunadamente, el aislamiento y las medidas implementadas no han hecho más que recordarnos lo importante que eran los abrazos, las caricias y el acercamiento de aquellos que queremos y que son parte fundamental de nuestra vida, es por ello que hoy a pesar de que quizá sea trillado, debemos tener más presente que nunca que la calidez y el amor de nuestros padres, hermanos, familia y amigos, es uno de los tesoros más importantes.

Rescatemos valores como la empatía, la bondad y la humildad, que tanta falta hacen en un mundo cada vez más volátil e inconstante, acerquémonos a quién nos necesita y dejemos que Dios nos permita como bien diría el Papa Francisco “ojos para ver al prójimo y corazón para querer su bien”.

Ocupemos estas fechas no sólo para dejar de lado el resentimiento, el odio y el rencor, olvidemos el daño que nos han provocado y actuemos como bien se cita en Efesios 4:2 “Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor”; porque, convencido estoy, que si buscamos por unos instantes comprender el dolor personal de aquél que nos pide que lo escuchemos, cultivaremos relaciones basadas en la comunión y la fraternidad.

Deseo que esta conmemoración sirva para hacer un recuento tanto de metas cumplidas como las pendientes, pero sobre todo que seamos capaces de olvidar el ruido de la vida y que en silencio encontremos la voz del amor y la empatía. Que el espíritu de Jesucristo inunde nuestros corazones. Feliz Navidad.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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