Garlito
Bienvenidos al juego del hombre, los dioses del estadio aclaman a sus héroes, deporte de gladiadores, jugadas versallescas para el clásico pasecito a la red, desde el arquero hasta el ariete, pasando por los carrileros, la contención y el medio campo distribuya pelotas a los artilleros, para que sea un obús el que salga del pie izquierdo del centro delantero y no sea solo un calcetinazo o un tirititito para el cancerbero contrario; por el entre ala derecha, el callejón del área grande, el extremo izquierdo manda una diagonal mortífera, buscando una pierna que en el manchón del penal, pueda ser rematada por media chilena o una tijera o de palomita; donde hacen su nido las arañas, zumban las redes está en el fondo el balón y el grito de la afición: ¡Gol!
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Tiro
El deporte más popular del mundo moderno, el juego que contribuye con mayor número de expresiones al idioma español, deformándolo, transformándolo, dando connotaciones a palabras, sustantivos, verbos y adjetivos, que difícilmente se entenderían en otros contextos, espectáculo que originalmente es una muestra del entretenimiento de barrios y gente pobre, que en los suburbios de las ciudades practicaban este deporte, entre piedras, tierra y lodo, desde sus diferentes inicios, el juego de pelota prehispánico, pareciera el más cercano, en el Real del Monte, donde la práctica se hizo nacional.
El mundo es un balón de fútbol, decía Pelé el más grande de todos aquellos que corrieran por los empastados del mundo, una especie de atleta y esgrimista con los pies, un deportista que estaba siempre un paso adelante que todos o detrás, infalible cuando con su pierna izquierda driblaba a una gran cantidad de contrarios, unos tirados otros mordiendo el polvo, Pelé se alzaba de entre todos con remates limpios y estéticos, es el mejor de todos los tiempos; pero el tiempo cambia y este juego más, nacieron otros niños que desde el barrio ansiaban las glorias del balompié y sus ojos llorosos observaban como el brasileño levantaban la copa del mundo, el niño Maradona, el niño Hugo Sánchez y millones de niños más en todo el mundo, lo alimentaron para ser el juego del hombre y hoy también de la mujer.
Directo
No solo es un juego donde se concentran las pasiones más profundas de naciones y países, es el fútbol en tiempos de paz, las batallas que engrandecen al contrincante, que no enemigo, disputan en 90 minutos quien es más ágil, hábil, diestro, veloz, que tácticas son más eficientes y quien tiene el destello artístico, cada vez más rápido, más fuerte, sigue siendo el sueño inalcanzable para muchos de esos niños que vieron como el de oro, Hugo Sánchez, contra todos, lograba ser uno de los más grandes goleadores de España y colocarse entre los mejores de todos los tiempos y de México; el fútbol es una religión para creyentes ateos, una pertenencia única e indestructible, una hermandad difícil de entender, sino se conoce la angustia y la alegría de otro penalti detenido por Memo Ochoa, son los futbolistas líderes del nuevo orden mundial.
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La afición noble y leal, el acierto de colocar pantallas gigantes en Plaza Juárez y observar esa afición que acude con el entusiasmo mismo que si estuviera en el estadio, para apoyar a esa selección nacional, que como mucho en nuestro país, otros están seguros de dirigirlo mejor, el aficionado se convierte en director técnico el mejor y en el cronista más aguzado de todos, científicos del fútbol, todos somos expertos en esto de las patadas a la pelota; el deporte más popular de México se renueva con niños y niñas que ven sus sueños reflejados en esos atletas que son ejemplo y admiración; entre gritos y porras, esos infantes buscan con disciplina y orden, ser como Hugo, Pelé, Ochoa o Maradona, no ya resultados fortuitos, sino de una preparación profesional, al mirar ese potencial futbolero, se diluye la duda, sé que algún día México será campeón del mundo.