Más de 25 mil visitarán a sus difuntos en el histórico panteón de Pachuca

“Aquí donde la eternidad empieza es polvo y nada la mundanal grandeza”, con esta frase nos recibe a vivos y a muertos el Panteón de Pachuca, que durante estas fechas de fieles difuntos recibirá a más de 25 mil personas.

Esa cantidad de visitantes corresponde a los familiares y amigos de miles de personas que durante 121 años han encontrado su último descanso en este cementerio, en la actualidad son aproximadamente 44 mil tumbas, entre perpetuidad y la ampliación de siete años.

En 1900 inició el proyecto del panteón y sólo un año después fue inaugurado con la llegada de la Niña Tomasita, una pequeña que sólo tuvo unos días de vida, pero que hoy recibe en su sepulcro flores, muñecas o cualquier detalle de quienes, sin tener parentesco alguno con ella, preguntan en la entrada cuál es la primera fosa en esta necrópolis.

Hay criptas más antiguas, porque lo que ahora conocemos como parque Hidalgo, antes era cementerio y trasladaron los restos que allá se encontraban, así lo dieron a conocer el señor Espiridion Guerrero y don Fernando Chávez, a La Jornada Hidalgo.

Ubicado en el bulevar del Minero, Mártires del 18 de agosto (haciendo alusión a los fallecidos en la antigua fábrica de San Bruno, en 1924), el Panteón Municipal no es el único en Pachuca, pero sí el más grande y el que más historia tiene.

Personajes como Everardo Márquez, el general Felipe Ángeles y el exgobernador Pedro Ladislao Rodríguez, tienen en este camposanto su última morada. El de este último, es un lugar donde sus descendientes también lo acompañan en la que ahora es una tumba familiar, que cada año recibe la visita de quienes le sobreviven y llegan a comer y limpiar este lugar. Su tumba se distingue por la opulencia del mármol italiano. Se cuenta que fue él quien donó este terreno para que fuera el mausoleo municipal.

Otras tumbas en la vía principal destacan por los detalles de sus adornos, el uso de mármol en capillas, en ángeles, vírgenes y rostros bellamente tallados, incluso son catalogados como patrimonio material por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

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Una de las más hermosas tumbas es la de la Mujer dormida, que como su nombre lo indica, es la escultura de una dama en tamaño real, cubierta por una manta con sus pliegues y una almohada que detiene su cabeza, todo en mármol. Corresponde a Laura Mejorada, quien nació el 7 de junio de 1891 y falleció el 27 de junio de 1915, y quien pudo ser la esposa del general Rafael Cravioto, gobernador de Hidalgo durante parte del gobierno de Porfirio Díaz.

Otra tumba bellamente adornada con un ángel de tamaño humano está casi en la entrada del panteón. Esta obra escultórica tiene la firma de A. Ponzanelli, un escultor italiano que radicó en México, quien falleció en 1952. Tuvo intervenciones artísticas en el Palacio de Bellas Artes y el Monumento a la Independencia entre otros, además de que fundó una importante marmolería en la Ciudad de México y la dirigió por más de cincuenta años, de ahí proviene esta escultura que cuida un sepulcro.

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Pero no son los únicos objetos para apreciar, hay cruces con detalles de flores, estatuas de mujeres que cuidan las sepulturas, relojes que indican la fecha de la muerte, mausoleos que guardan el respeto y cariño familiar, palabras amorosas grabadas de las lápidas y muchas promesas del descanso eterno o el encuentro en la resurrección.

Este espacio que por el Día de Muertos recibe a curiosos para hacer recorridos y ser espantados por algunos vivos disfrazados, es un museo, con historias y recuerdos, con leyendas y personajes fantasmales, que conforme pasa el tiempo son olvidados, como lo son muchas tumbas que denotan abandono, sin embargo, la piedra y la tierra siguen contando historias de quien busca y quiere escuchar un poco más.