Un bosque, lagos, animales ancestrales, es el camino siniestro por el que el escritor tlaxcalteca Gerardo Lima nos induce en su obra Megaloceros. Libro del Ciervo 1 y 2, letras que van bien con la literatura del horror.
Seis relatos de horror cósmico, de historias donde se escucha el crujir de los árboles cuando decenas de astas chocan; sí, son los ciervos, y tras ellos, los dioses ancestrales que reclaman su recompensa.
El autor crea relatos que tienen como unión la ciudad de Amarillo, un poblado fronterizo donde se comparten tradiciones de los primeros pobladores de la zona, esas leyendas de chamanes, de seres que han viajado entre dimensiones.
“Cada relato tiene un ciervo y juega con todo lo que es el ambiente, la ciudad de Amarillo, bosque y lago. En algunos momentos el ciervo es una amenaza, en otra sección realmente lo vemos como un símbolo o hasta un libro y termina precisamente como trabajando esta situación muy onírica, obsesiva.
“Son historias donde el ser humano va en búsqueda de sí mismo, de su reflexión que puede ser de horror, choca con dioses ancestrales, dioses de tiempos olvidados y para quienes los seres humanos somos insignificantes, acaso una especie de juguete momentáneo de su línea de tiempo omnipresente”.
Además, Lima se dio a la tarea de investigar esas tradiciones de la frontera, las culturas que la habitaron, la herencia y riqueza literaria.
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El escritor resalta la mezcla de razas, los pobladores de lo que hoy es Estados Unidos no conocían fronteras y convivían con las tribus radicadas en territorio nacional, antes Nueva España. Una comunión de creencias y dioses donde resalta el ciervo y, como lo recuerda él, hasta la fecha se conoce esa danza de Sinaloa.
Megaloceros. Libro del Ciervo, de la editorial Paraíso Perdido, también tiene tintes autobiográficos, reflejan pesadillas de Gerardo Lima o situaciones que vivieron personas cercanas a él, de ahí que el miedo puede incrementarse al saber que fueron hechos de la vida real.
“La misma iglesia antigua que resalta en los cuentos pertenece a varios sueños que tenía, todo era en torno a un templo extraño. De hecho, a mí siempre me han dado un poquito de miedo las figuras religiosas católicas y las iglesias me gustan mucho. Realmente me gusta visitar alguna ciudad o pueblo y conocer alguna de sus iglesias, pero la de mis libros la soñaba bastante y soñaba también la presencia de este lago y veía, por ejemplo, las montañas, entonces hay un montón de sueños presentes en el libro, por eso es por lo que juego mucho con la parte onírica”.
Así como los sueños, los personajes, toma de su vida sus historias y su vida; todo aquello o aquellos relatos que podrían quedarse en una charla de sobremesa los fue reuniendo hasta formar un ente de tinta y papel.
Lima confiesa que llegó a tener tanto material que fue un embrollo editar y optó por enfocarse en las relaciones que tenían cada uno de ellos y de ahí combinar con los sueños para que surgiera el libro de dos tomos.
“Retrato a una chica que conocí que es una documentalista y de ella me gustaba mucho precisamente su pasión por entender ciertas cosas, por ejemplo, sobre la realidad y cómo se podían pasar al documental. Hay un personaje que se llama Julián Cabrera que se basa también en un primo de una expareja que me parecía una persona bastante curiosa.
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“Hay en el libro sueños de mi expareja, como compartíamos bastantes historias me contaba todo, por ejemplo, lo de crear ciudades y sus sueños extraños. De repente me decía. ‘Oye, qué te parece, esto no sirve muy bien, por ejemplo, para La Antigua’, y yo aceptaba esos consejos”.
Megaloceros… se ve en la imaginación, al leerlo se siente en ese mundo frío, oscuro, lleno de árboles y rodeado del ciervo macho, el ciervo dios. Lima responde que sí, que su afición a la fotografía y las artes lo lleva a retratar todo.
“Me gusta mucho trabajar la cuestión plástica porque tengo muchos intereses, por ejemplo, con la pintura o con la fotografía y entonces lo que yo trato de plasmar es los colores, la calidez, eso me hace disfrutar muchísimo esa parte de construir los paisajes. Que uno pueda sentir realmente que está ahí.
“Me tomo un poquito de tiempo para construir las ciudades, los lugares donde se desarrolla todo porque incluso hasta Amarillo, una ciudad que no existe, le hice su mapa y más o menos estructuré cómo estaba toda la región. Al final yo quiero que sientan que están en un lugar real y fue así como me tomé mi tiempo”, declaró.
Gerardo Lima se decantó por el género del terror, ha leído a H. P. Lovecraft con pasión, sin embargo, lo que más le inspiró fue su niñez, una infancia con sueños tenebrosos que lo persiguieron durante muchos años.
“Lo primero que me pasó a mí con la cercanía al género fue a través de los sueños. Fui un niño que tenía muchas pesadillas y eran muy recurrentes. Soñaba ciudades y las podía recorrer. Hay muchos miedos incluso que surgieron a partir de ahí, como las imágenes de las vírgenes católicas, me parecen muy desagradables porque soñaba con ellas y no de una manera agradable, las soñaba como monstruos que gritaban”.
La siguiente obra de Lima será No es el Diablo, sobre un escritor que va a investigar el feminicidio de tres chicas en una parte de Tlaxcala y se empieza a sentir culpable por lo que les pasa a las mujeres, pues al ver la forma en la que fueron asesinadas se afirma que no es cosa del Diablo, es de un humano, que es peor.
“Todos somos parte de un cosmos carnívoro que permite que tres chicas sean asesinadas, entonces juega mucho con eso, con la culpa”.
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