Una de las festividades más arraigadas en nuestro México es el Día de Muertos, tradición prehispánica que prevalece con espectacular fervor hasta nuestros días y que da cuenta que la muerte y la vida es un binomio enigmático en nuestra cultura.
Parte importante de la función social de las escuelas es la pervivencia de valores, tradiciones y cultura, por ello la celebración a los fieles difuntos se coloca como un acontecimiento “lleno de vida”, repleto de flores, comida, música, danza y mucha magia, la cultura y la tradición son elementos esenciales en la formación del alumnado.
La manera en que los mexicanos le rendimos culto a la muerte no tiene igual, lo mismo nos burlamos de ella que la veneramos, la gente convive con sus muertos en los panteones, coloca altares en casa, oficinas o centros de trabajo, se realizan festivales, encuentros culturales y mucho más, y si todo esto se adereza con un día no laborable o un buen puente, que mejor.
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Los centros educativos son una de las más hermosas expresiones para celebrar a los muertos, muchos se ocupan de nuestro arraigo cultural con la confección de altares, que pone a prueba la capacidad de organización y trabajo colaborativo de cada grupo, las tumbas, los tapetes de aserrín y el desfiladero de catrines y catrinas le dan color a esta festividad.
No puede faltar la lectura de calaveritas, esos divertidos versos que en forma irónica y sarcástica retrata la vida escolar y le dice sus verdades a algún personaje, por supuesto que los profesores son de los más taquilleros para protagonizar estos episodios literarios, donde el ingenio se pone a prueba y la notoriedad de los docentes también.
En nuestro hermoso estado de Hidalgo, la Fiesta de Día de Muertos o Xantolo es la tradición más importante, en la región huasteca se celebra como en pocos lugares de nuestro país, con un arraigo y fuerza impresionante.
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Es preciso destacar que la interculturalidad, el despliegue comercial y la globalización, permiten que hagan parte de estas fechas celebraciones de otro origen como el halloween o noche de brujas, concursos de disfraces, desfiles de zombies y algunas otras actividades ya adoptadas en nuestro país, me parece importante fomentar entre el estudiantado la conciliación de nuestra herencia cultural con la identificación de otras culturas, porque en algunos escenarios conviven de manera natural.
Después de dos años eclipsados por la pandemia, afortunadamente para este 2022 se puede volver a celebrar el Día de Muertos y los centros educativos se visten de cempasúchil y mano de león, con olor a cera y copal; justamente por su importancia, la UNESCO declaró a las celebraciones del día de muertos como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Es de reconocer a los centros escolares, familias, organizaciones, gobiernos y a todos los que contribuyen para que esta tradición trascienda en el tiempo, que, a pesar de las complicaciones económicas, puede más el esfuerzo para mantener viva esta celebración, porque a la muerte se le escribe, se le baila y se le canta, es devoción, humor, culto, y todo a la vez.