En su tercer libro y segunda novela Animales luminosos (Literatura Random House), el escritor peruano Jeremías Gamboa se embarca en temas que de unos años a la fecha se han convertido en prioridades en todos los rincones del planeta: la migración y el choque cultural.
Hijo de padres originarios de Ayacucho, Perú, Jeremías Gamboa vivió en carne propia el clasismo y el racismo en su país, años después, revela, llegaron a sus manos obras de Phillip Roth y Saul Bellow, quienes le inspiraron a convertir la mirada de la provincia en un tema universal.
Años más tarde, el autor entendió la migración más a fondo luego de vivir entre 2005 y 2007 en Boulder, Colorado, donde estudió literatura hispanoamericana y se dio cuenta de que Estados Unidos es un país con diferencias marcadas entre un estado y otro, así como la población tan variada.
Esa experiencia le permitió crear el mundo de Animales luminosos, donde las señas de identidad son cambiadas por otras y son recreadas historias de migración, de choque cultural, amor y amistad.
“Es un texto con una hiper visualización de lo que el migrante siente cuando llega a un nuevo lugar. Conozco la experiencia como otros la conocen en otros países, pero me impresiona lo que está dentro de Estados Unidos, es como una película. La primera vez que llega a Nueva York me acuerdo que al ver ese mundo sentía que me estaban filmando, me preguntaba si eso era real.
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“Uno como migrante llega muy debilitado a ese otro país, no has llegado completo. En el peor de los casos como mi personaje no quiere recordar de dónde provienes, que quieres eliminar al yo del país de origen, no todos los migrantes hacen eso, pero si llegan completos algunos se dan cuenta que no todo lo que traen es querer superarse, huyen de un pasado”, respondió
La obra del autor sudamericano está ambientada en un campo universitario, de los Estados Unidos, donde jóvenes de diferentes orígenes y clases se dan cita para alcanzar sus sueños o lo que ellos creen son sus sueños, títulos profesionales que les permitirán dar un giro a sus vidas.
También son seres que se enamoran, que se enredan en amores prohibidos o imposibles, que en unas horas pueden ver truncado su futuro.
“El College Town es un universo muy rico para estudiar las diferencias sociales. Es un lugar hasta cierto punto utópico, del cual uno forma parte sabiendo que es transitorio, y eso lo vuelve perturbador. Tienes en el campus a una cantidad de estudiantes de procedencias, saberes, idiosincrasias y culturas distintas, como sucede en un país de migrantes como Estados Unidos.
A mí me interesó siempre ese contacto entre estadounidenses y los becarios del departamento de español, que veníamos de diferentes países de América Latina y de España. La mayoría de esos chicos ha dejado la casa de sus padres, y están en una ebullición brutal”, explica.
Jeremías Gamboa aborda la soledad de unos jóvenes que buscan, como todos en todos los lugares posibles, momentos de felicidad y de amor, estrellas luminosas en un futuro más bien oscuro.
Animales luminosos desarrolla la historia de un estudiante peruano que llega a una universidad de Colorado, en los Estados Unidos, el hombre, pues ya no es un joven como todos sus compañeros, cree que en esa institución académica su vida se va a transformar, espera poder conseguir el tan afamado y cuestionado sueño americano.
Sólo que existe un problema, en vez de sentirse acogido y encontrarse con aquel mundo que idealizó, las cosas son distantes y frías, donde se mantienen y replican los problemas y discriminaciones que surgen a partir de la raza o la clase social. Por las noches muchos alumnos saldrán hacia la ciudad en busca de compañía y algo que los mantenga con ganas de seguir adelante.
“Es algo íntimo, fue como un viaje nostálgico. Sí lo escribí en la pandemia. Estábamos en un confinamiento estricto en el Perú.
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“Entonces cuando este libro prende y estoy en él me escapé del confinamiento y habité un mundo previo a todo esto que da un regreso a la juventud, un regreso a los años de posgrado, a esas épocas en que todo está todavía por escribirse, en donde uno tiene esa nostalgia que siente por ese momento en la vida, en que todavía hay sueños por refrendar.
“Fue como un viaje de nostalgia por dos cosas, por la libertad por un mundo de interacciones sin mascarillas y por la juventud”, recordó.
El protagonista conoce distintas historias que se van desarrollando durante una noche interminable, amores paralelos, necesidad de transformarse en otro borrando los orígenes, Sudamérica como un espacio de placer sexual, y el futuro como algo oscuro apenas iluminado por un par de estrellas.
En cada línea se presenta esa mirada algo pesimista del mundo, donde la literatura parece ser el único resguardo posible y por ello los personajes se refugian en las letras.
“Son jóvenes que comienzan a vivir sin sus padres y que intentan conseguir una vida feliz. Aunque nos quedamos con esa idea de si será posible esto. No sabemos si es posible huir de la desgracia, de la discriminación.
“La universidad puede ser una forma diferente de repetir todas las formas discriminatorias que se dan en el mundo corriente”.
Un libro visual y auditivo, que mientras se lee se va escuchando, pues Gamboa resalto mucho el rock, la música que los protagonistas escuchan en un bar o en los audífonos, un playlist que bien vale la pena guardar.
“A partir de visual es auditivo con las bandas de rock, Soy musical y en la novela anterior yo había tributado mucho cierto tipo de música, acá tributo a todo el indie norteamericano en esa época y salen los sonidos de Los Prisioneros
“Café Tacvba es central, al momento en que en que ‘Cafeta’ aparece y es donde aparece la chica que habla el idioma de él, la novela se dispara en ese momento, se hace mucho más rápida porque él está en su idioma, los diálogos se vuelven directos, con las canciones de Café Tacvba se siente el personaje principal en un lugar de descanso psíquico y para que él pueda decir todos los secretos que trae de su país”, respondió.
Jeremías Gamboa toca otro tema punzante, Sendero Luminoso, una cicatriz que en Perú aún no cierra, el terrorismo, asegura, todavía está latente en el país Inca, pero eso es un tema que trata de ir dejando atrás.
Por ahora, así como en Animales luminosos, busca un futuro con más proyectos para publicar, tal vez ya sin esa nostalgia por la juventud, por ser migrante y vivir en soledad.
Por Alejandro Baillet
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