Quién no ha escuchado a un hermano, primo o compadre decir: “en mi casa yo tengo la última palabra y esa es: lo que tú digas, mi amor”. Con esa frase nuestros compañeros pretenden hacer ver que son hombres atentos y disciplinados, lejos del machismo del que se les acusa. Sin embargo, no deja de ser gracioso que en la idea de disciplina que se esconde en esa respuesta, lo que vemos es la reproducción de un modelo patriarcal de entender el mundo: tomando distancia del diálogo, los acuerdos y la negociación, persiste la idea de que todo termina cuando se decide quien tiene el control.
No dejo de reconocer el esfuerzo que muchos amigos hacen por comprender las causas de la agenda feminista, pero me permito darles dos ejemplos de cómo es necesario seguir convocando a las mujeres al poder (¡Sí, aunque ya tengan “el poder” de hacer la administración de la casa y del menú de preparación de alimentos cada día!).
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Primero, a pesar de que en el país la mitad de las postulaciones a los distintos cargos de elección popular son para mujeres, solo hay 545 mujeres que encabezamos los gobiernos municipales en México, lo que representa un 28.9% de 2,471 municipios (INE, 2022). En Hidalgo, esta cifra se reduce a solo el 17.9%, a pesar de que las mujeres somos la mitad de la población; a nivel nacional formamos parte de las entidades con menos presidentas municipales (INE,2022). Si en teoría, la distribución de la riqueza, el acceso a la educación, las opciones de desarrollo profesional y, en general, nuestras oportunidades se distribuyeran iguales, entonces ¿por qué seríamos menos mujeres que hombres en cargos de poder político? La respuesta es: en realidad, estadísticamente tenemos mayor rezago educativo, menores salarios por trabajos similares y menores oportunidades de desarrollo profesional, entre otras desigualdades.
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Segundo, precisamente hablando de desigualdades, el otro día compartía la siguiente reflexión con una amiga: el 95% de los representantes empresariales, constructoras, desarrolladores inmobiliarios, transportistas y en general, la gran mayoría de las personas que representan grandes capitales, son hombres.
El llamado de las mujeres al poder es importante precisamente para abatir esas grandes brechas. Como lideresas políticas es nuestra responsabilidad moral conocer, entender y promover esta agenda feminista que no busca colocarnos por encima de los hombres, sino construir un piso parejo sobre el cual ambos sexos podamos desarrollarnos libremente. En ese sentido, es de celebrarse que figuras como la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo promueva encuentros para ahondar en el tema. Es el caso del “Foro de alcaldesas y Electas Iberoamericanas” que en conjunto con gobiernos locales de Uruguay, Colombia y España se estará llevando a cabo el día de hoy y de cuyos debates estaremos informando por aquí, estimados lectores y lectoras.