Atribuida al emperador romano Julio César, la máxima de Divide y Vencerás, está más presente que nunca en el País. En los partidos políticos, en el Congreso, en la Suprema Corte de Justicia e incluso en la sociedad, el apotegma alcanza su máxima expresión. El presidente Andrés Manuel López Obrador, un maestro en el arte de la estrategia anti opositora logró en la semana varias jugadas de tres bandas que terminaron dividiendo y debilitando a sus adversarios y consiguiendo triunfos importantes para su proyecto denominado Cuarta Transformación.
El Mandatario dedicó prácticamente dos semanas para, un día sí y otro también, lanzar dardos verbales envenenados en contra de los ministros de la Suprema Corte que se aprestaban a discutir si desaparecía o no la llamada Prisión Preventiva Oficiosa. En la andanada mañanera el jefe del Ejecutivo no tuvo empacho en decirse arrepentido de haber propuesto a cuatro de los actuales integrantes del máximo órgano judicial y quienes desde su punto de vista no están apoyando la transformación del País. López Obrador calificó a la sala superior de “castillo de la pureza” porque, dijo, no hay jueces o magistrados purgando alguna pena por corrupción. El golpeteo tuvo consecuencias y la mayoría de los ministros, incluidos los propuestos por AMLO, se pronunciaron en contra de desaparecer la Prisión Preventiva Oficiosa. La votación fue aplazada, pero en el fondo la Corte quedó no fracturada, pero sí seriamente resentida.
El Senado también tiene su dosis de división y ruptura. El líder senatorial, Ricardo Monreal, quien pretende abanderar la candidatura de Morena a la presidencia de la república, vio disminuir más estas aspiraciones durante la semana. Primero, los secretarios de estado le cancelaron su participación en la plenaria que él coordina. Luego, pese decir a los cuatro vientos que la reforma a las leyes secundarias para permitir que la Guardia Nacional se incorpore a la Secretaría de la Defensa no podía pasar sin una reforma Constitucional, no logró convencer a su grupo parlamentario que votó a favor de la reforma y Monreal, derrotado, optó por abstenerse. El presidente remató su jugada divisoria incluso cuando frente a David Monreal, hermano de Ricardo, descalificó al senador por avalar la politiquería e hipocresía de quienes no querían a la GN dentro del Ejército.
Pero la división más evidente de un adversario del presidente fue el que se suscitó en la llamada alianza Va Por México, del PRI, PAN y PRD. Semana tras semana vía la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, se debilitó la figura del líder nacional del PRI, al grado de solicitar un juicio político para llevarlo al banquillo por un presunto enriquecimiento ilícito. Como por arte de magia el tricolor decidió impulsar en la Cámara de Diputados una iniciativa legislativa, contraria al acuerdo del tridente opositor pero a favor de los planes de la 4T, para que el Ejército mantenga sus actividades policiacas hasta el 2028. Como era de esperar, la Alianza se cimbró. El PAN puso un ultimátum al PRI para retirar la iniciativa, pero Alito rechazó el emplazamiento. La Alianza Va Por México, para todo fin práctico, puede declararse finiquitada y si logran mantenerla, la semilla de la traición quedó sembrada.
Y en la sociedad, basta con ver las redes sociales para atestiguar la división que hay en cualquier tema allí tratado.
Comentarios: miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx
Comentarios: miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx
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