Los trastornos del sueño afectan la salud. No dormir el tiempo suficiente (entre siete y nueve horas) o tener mala calidad de descanso puede afectar el sistema inmunológico, alterar los patrones hormonales e incluso detonar problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, señaló Javier Velázquez Moctezuma, fundador de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I).
El experto en sicobiología y en neurociencias, dice a La Jornada que diversos estudios internacionales revelan que la mala calidad y la falta de sueño también pueden incidir en el sobrepeso y obesidad, debido a que alteran la liberación de las hormonas que regulan el hambre y la saciedad.
Subraya que pese a la importancia de dormir bien, a la población en general y a los médicos les ha costado reconocer el “impacto” que tienen estos trastornos. “El sueño ocupa una tercera parte de nuestras vidas. Si vivimos 90 años, tres décadas las vamos a pasar dormidos”.
Explica que cada noche que dormimos el cerebro se limpia de agentes tóxicos, los sistemas inmunológico, endocrino, homeostático y cardiovascular se restauran, y por la mañana nos sentimos como nuevos, tras una buena noche de sueño.
Por el contrario, cuando dormimos poco y mal, tenemos una vida menos saludable, lo cual también se refleja en el estado de ánimo. Nos ponemos de mal humor, estamos más irritables, nos da más hambre, hay problemas para concentrarse y se eleva el riesgo de accidentes, incluso, laborales.
La Organización Mundial de la Salud reconoce alrededor de 88 trastornos del sueño, entre ellos el insomnio, el síndrome de apnea obstructiva del sueño –provoca pausas respiratorias mientras se duerme– y la narcolepsia, que genera un estado de somnolencia diurna.
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Relación con el covid-19
Velázquez Moctezuma advierte que en medio de una pandemia es importante conocer la estrecha relación que existe entre el buen sueño y el sistema inmunológico. “Está comprobado por décadas de investigación que el sueño regula el sistema inmunológico. Por ejemplo, la gente que duerme mal antes y después de aplicarse vacunas, no genera la cantidad de anticuerpos adecuados”.
Estudios sobre el impacto del SARS-CoV-2 revelan que en algunos casos una de las secuelas es el insomnio, lo que probablemente está ligado a la liberación de citocinas, que son proteínas que se generan ante un ataque de un agente nocivo, en este caso un nuevo virus.
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Ante la importancia que tiene la calidad del sueño en la salud, en la UAM-I se busca crear un posgrado en medicina del sueño, ya que la población en general no goza de un sueño reparador, pues realiza actividades como llevar a la cama el celular, la computadora portátil o tener televisión en el dormitorio.
Recomendó no hacer ejercicio, comer o tomar agua en exceso o bebidas con cafeína antes de ir a dormir. “El primer gran golpe al sueño del ser humano fue el descubrimiento del fuego, luego vino la luz eléctrica, la televisión y el Internet. Ahora, para mayor desgracia los aparatos electrónicos se han vuelto compañeros de cama”.
Por: Carolina Gómez y Laura Poy / La Jornada
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