El mito de la justicia  

Recuerdo un comercial que repetía infinitamente a la ciudadanía que la impartición de justicia debía ser pronta y expedita. 

Pronta: que se produce, actúa o reacciona con rapidez. 

Expedita: que carece de obstáculos, estorbos o inconvenientes. 

Estás dos particularidades están reconocidas en el artículo 102 de la Constitución Federal. Pero acceder a una justicia pronta y expedita no es más que un mito.  La lista de factores que contribuyen a esto es larga: 

  • Falta de creatividad y escucha por parte del Estado a las personas víctimas o agraviadas para generar otras vías de acceso a la justicia menos revictimizantes y largas. 
  • Que aunque la impartición de justicia es gratuita, las vías actuales obligan a las personas a contratar servicios de representación  cuyos costos son muy elevados o bien, buscar la defensoría del estado que no cuenta con recursos humanos y materiales para atender a todas las personas.  
  • La saturación del sistema de justicia. 
  • La falta de redes de apoyo a las víctimas para sostenerse en estos procesos. 

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Pareciera que acceder a la justicia es un privilegio. Si tienes los recursos, el apoyo y la fuerza emocional para tolerar ese angustioso camino, quizás, se obtenga algún resultado.  

Dos sucesos me tienen reflexionando en esto: la sentencia favorable para un hombre  la “Ley Olimpia” en Coahuila y los resultados de la tercera autopsia de Debahni Escobar. 

De acuerdo a varias entrevistas, la ex esposa del agraviado difundió material íntimo sin su consentimiento en redes sociales; lo que le provocó un grave daño moral, emocional y económico, por lo que decidió buscar justicia. Las reacciones han sido variadas desde burlas basadas en estereotipos machistas, hasta cuestionamientos por parte de grupos feministas sobre el acceso a la justicia. 

Es un hecho que la violencia sexual digital puede sucederle a cualquier persona. Si, en su mayoría son mujeres cis, personas de las disidencias sexogenéricas las que se ven expuestas a esta violencia; pero nadie está exento.   También que las vías que el estado ofrece para acceder a la justicia son para todas las personas, pero que estás no toman en cuenta la vulnerabilidad de las personas para poder transitarlas de forma justa. 

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De facto sabemos que la justicia penal es sumamente hostil y violenta contra las mujeres, las personas de las disidencias y cualquier otra persona a la que no se le reconozca un privilegio.  Así que, aunque me alegró que este hombre haya conseguido la justicia que esperaba, si pienso en que recursos y herramientas tuvo a su alcance para lograrlo. 

Por otro lado, la familia de Debahni que no solo ha enfrentado la violencia del estado, sino la violencia mediática y social de la que han sido objeto desde el día que se anunció su desaparición; continua la batalla para esclarecer los hechos de su asesinato y el lunes se dieron los resultados de la tercera autopsia que afirma que su muerte se relaciona con un asesinato y no con un accidente como las autoridades han señalado para cerrar la investigación.  Da mucha rabia saber que no podemos confiar en las instituciones del estado y sus resultados, que además de lidiar con el dolor de las pérdidas y la violencia, se necesita recomponerse para evidenciar todas estas fallas y tener un poquito de justicia. 

Acceder a la justicia en México se ha convertido en una actividad costosa y de riesgo. Pero que no se nos olvide nunca que la resiliencia, la fortaleza y la dignidad de quienes han sobrevivido a esta oleada de violencia, son las que hacen realidad la justicia en este país. 

Posdata 

Hablando de justicia seguimos sin Ombudsperson y sin comisionade de víctimas.