Garlito
Edificios y espacios públicos que dan identidad y referencia a una población, testimonios de un pasado, una manera de vida que forma parte de la personalidad de cada colectividad, escenarios cotidianos a los que le perdemos su importancia histórica y popular por mirarlos todos los días, o de tan nuestros que ya no les damos el valor que merecen; reconocimientos a hechos heroicos o personajes trascendentales perdidos en la polvareda de la Historia cambiante, triste más aún, en el olvido de la propia ciudadanía que desconoce el porqué de su edificación o placa alusiva, respeto y cuidado a estos monumentos es tarea de la autoridad municipal quien debe ser la primera en rescatarlos y conservarlos como joyas de la casa propia.
Huejutla
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Escenario de parte importante de la Historia del estado de Hidalgo, la madre natura en ella depositó grandes riquezas, fauna y flora, asentamientos humanos que datan de la historia primigenia, raza indígena noble y firme, pueblo poderoso que niega y contrarresta la modernidad con tradiciones tan vivas como antiguas, tan vigentes que hoy mismo su cultura adapta la modernidad a su existencia, de los últimos reductos donde la resistencia de los pueblos originales se vive día con día, orgullosos de esa resistencia y forma de ser que aún contiene elementos fundamentales de una cultura milenaria y mágica eternamente combativa; la Huasteca es un señorío nunca doblegado y Huejutla su corazón, que palpita asfixiado bajo una plancha de cemento y asfalto.
La modernidad mal entendida, genera edificios, avenidas, pasos a desnivel y puentes peatonales, desfigurando el rostro verdadero de una población que entrega su propia personalidad por encajar en un supuesto concepto de desarrollo, destruyendo áreas verdes, suplantando árboles por postes y aves o animales endémicos por automóviles; Huejutla ya no es la población típica, parece ahora una ciudad como otras más; en este dilema urbanístico, arquitectónico, histórico, el rescate de una identidad local es un avance en el intento de preservar el espíritu original, el Reloj de Huejutla, olvidado por años casi hasta las ruinas, presenta ahora una nueva cara, intento por conservar algo original antes que la modernidad se lo trague, olvidado por autoridades, los huejutlenses defienden uno de sus monumentos históricos más importantes, su Reloj que conmemora el centenario de la Independencia, inaugurado en 1908, antes que el arrogante de Pachuca.
Alegre
El Reloj de Huejutla tiene ahora una nueva sonoridad, que como desde su inauguración, cada hora, media y cuarto, toca algunas piezas musicales, desde el Himno Nacional hasta el Himno de la Huasteca hidalguense, la pieza Huejutla Alegre, del músico y compositor Javier Andrade Rivera, profesor de música cuya carrera y vida, es un ejemplo para la región y otras de Hidalgo, considerado uno de los maestros de primaria de música más importantes de la entidad, compuso muchas canciones entre corridos, sones, marchas y rancheras, destaca esta canción por describir la región huasteca del estado, resaltando el colorido, escenas cotidianas, tradiciones y sabores, tarea de gran observación que en un invidente es algo muy notable.
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Esta melodía hace un recorrido por los municipios de la Huasteca hidalguense, donde queda plasmado lo bello y exclusivo de cada pueblo, aromas, color y música son partes indispensables para su existencia; la belleza de sus mujeres, el esfuerzo de sus hombres, sus pueblos tranquilos, artesanías y su fiesta máxima el Xantolo, todo transformado por una carretera, que desde entonces 1936 en que fue escrita, era símbolo de progreso y hoy amenaza ese equilibrio, como robándoles su alma; Huejutla Alegre del maestro Javier Andrade Rivera, era cantada por los niños de primaria después de los Honores a la Bandera todos los lunes, tradición que el ayuntamiento actual busca se reinstaure para sembrar en los infantes la semilla por el amor a su poblado, a su comunidad, a la Huasteca “que en Huejutla tiene su corazón”; su vecino histórico el convento y catedral de Cristo Rey, espera también un poco de justicia y así rescatar el centro histórico y devolverle su personalidad que no debe estar enfadada con el progreso y la modernidad.