Despojarse
Han transcurrido dos años del gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, la tercera parte de su mandato constitucional. Ante la presentación de su segundo informe, percibo dos respuestas por parte de muchos ciudadanos: el aplauso acrítico de algunos y el rechazo absoluto de otros. Las posturas están radicalizadas y pareciera que no hay un punto de encuentro. Ante esta radicalización propongo hacer una pausa y apoyarnos en la fenomenología, un método que puede acercarnos a una respuesta menos grotesca que la del todo a nada.
En el año 1900, Edmund Husserl da a luz “investigaciones lógicas”, escrito con el que despega la fenomenología. El primer requisito que plantea Husserl para realizar una buena investigación, es despojarse de todos los preconceptos y prejuicios que tenemos. Menciono algunos ejemplos: “los jóvenes no tienen valores”, “la generación de hoy está perdida”, “los profesores de hoy no tienen vocación”, “este gobierno nos lleva al comunismo”. Estas afirmaciones son un ejemplo de ideas preconcebidas y que, si llegamos con ellas a nuestra investigación, no podremos avanzar satisfactoriamente. Además, y es lo más importante, tenemos compromisos con ellas, esto es, si yo creo que son verdad, me llevan a realizar conductas específicas con ellas: despreciaré a los jóvenes, no valoraré a la generación de hoy, descalificaré a los profesores, rechazaré al gobierno…cada prejuicio me lleva a una conducta determinada. Despojarme -hacer epojé- le llamaba Husserl, es colocar entre paréntesis estos conocimientos previos sobre la realidad y los compromisos que hemos adquirido con ellos.
Estos prejuicios pueden llevar a generar “imaginarios sociales” que hay que defender a toda costa: “los adolescentes son incomprensibles”, “los viejos son insoportables”, “este gobierno nos va a llevar al paraíso”, “no, este gobierno nos va a llevar al infierno”. Cada afirmación nos llevará a realizar acciones específicas para confirmar la creencia que sostenemos.
Podemos despojarnos de aquellas creencias que forman parte de nuestro saber cotidiano y pensar, siquiera por un momento, que las cosas pudieran ser diferentes; despojarnos también de los lentes que nos han colocado nuestros saberes profesionales, nuestras convicciones ideológicas, religiosas, políticas e intentar desconfiar o tomar una ligera distancia de mis conocimientos o juicios previos y acercarme a la realidad con una mirada nueva, sin prejuicios ni dogmas absolutos.
Regreso al segundo informe de gobierno del presidente de la República, la invitación es a analizarlo y valorarlo por cada uno de sus hechos, separar la paja del trigo, apoyar aquello que nos lleve a construir un mejor país y hacer una crítica racional a lo que estemos convencidos que debe cambiar. Sería muy interesante debatir sobre los logros y fracasos de este gobierno, sin caer en el aplauso fácil ni en la descalificación interesada; “las convicciones son más peligrosos enemigos de la verdad, que las mentiras” diría Nietzsche.
Deja una respuesta