LUTO EN EL TRICOLOR

A casi un siglo de su nacimiento, el Partido Revolucionario Institucional está en franca agonía. El otrora poderoso partido tricolor ha perdido prácticamente todo desde el año 2018. Es un instituto sin color, sin fuerza, sin punch. De la maquinaria y estructura electoral que arrollaba todo a su paso prácticamente no queda nada. Para fortuna del sistema político mexicano, de la llamada “dictadura perfecta”, bautizada así por Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, solo quedan algunos recuerdos y de entre esas remembranzas, el PRI surge como el principal brazo operador sobre el que se sostenía ese sistema hegemónico que no queremos más de vuelta en la vida política del país.

Para nadie es un secreto que el PRI era utilizado por los presidentes en turno como una secretaría más del Estado en el que se colocaban dirigentes y operadores que servían sí al partido pero principalmente al sistema mediante una maquinaria bien aceitada que permitía la movilización en favor de tal o cual aspirante que interesaba impulsar desde Los Pinos ya sea para alguna gubernatura y en el mejor de los casos para la Presidencia de la República. El mérito de esa estructura del Revolucionario Institucional era la disciplina y obediencia respecto al designio de quién era el elegido. Desde el 2000, cuando el PRI perdió la presidencia, ese andamiaje se resquebrajó y pese a que logró recuperar la Presidencia en el 2012, ya nada ha sido igual para el tricolor.

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De confirmarse las tendencias que arrojaban previamente prácticamente todas las casas encuestadoras respecto a los comicios celebrados ayer en los seis estados donde hubo elecciones para renovar gobernador se estaría reconfirmando que el PRI entró en franca terapia intensiva. Solo un milagro –mexiquense—podría salvar y dar algún aliento de vida a un partido que no pudo o no quiso recomponer los errores que cometió durante décadas y que mantuvo a pesar de la primera derrota a nivel presidencial en el año 2000, lo que inauguró también la era de la alternancia política.

En caso de que se confirme el triunfo de la Alianza Va Por Durango en Aguascalientes –la candidata es más panista que priista—el tricolor y sus militantes podrían amanecer hoy más de luto que de fiesta. Y pese a las impugnaciones que puedan llevar a los tribunales electorales estatales, primero y el federal, después, lo que ese partido requiere es someterse a una profunda renovación que pasa necesariamente por la dirigencia nacional. El tema en el fondo, es que el tricolor adolece, como casi todos los partidos, incluido Morena, de liderazgos arraigados, sin olor a cartucho quemado, con ideas frescas y que logren convertirse en una verdadera oposición propositiva, más que reaccionaria.

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Si bien hay que esperar los próximos días a que se confirmen y se oficialicen los triunfos y las derrotas, todo indica que Morena se sigue consolidando como el partido mayoritario en México. Lo único deseable es que no se convierta en el nuevo PRI.

REBURUJOS

Bien harían los priistas del Estado de México estudiar, analizar, revisar, a partir de los resultados de este domingo, qué es lo que más les conviene con miras a la renovación de la gubernatura dentro de un año.

Comentarios: miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx