Mañana se llevará a cabo en todo el país el ejercicio de revocación de mandato que, en su parte esencial, precisará si Andrés Manuel López Obrador continúa como Presidente de la República o, lo contrario, habrá nuevo ejecutivo.
El tema ha sido debatido intensamente entre quienes no son afines al político tabasqueño o aquellos que se han reiterado como sus leales seguidores.
En el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Español, se precisa: “Revocar, dejar sin efecto una concesión, un mandato o una resolución, especialmente cuando lo hace una autoridad”.
También:” Acto jurídico que deja sin efecto otro anterior por la voluntad del otorgante. (Equivale, sobre todo en derecho público, a derogación).
Y derogar: “Abolir, anular una norma establecida como ley o costumbre”.
Según encuestas, AMLO tiene una aceptación algo superior al 65%. La incógnita es si se trasladará como respaldo en las urnas.
Para que este proceso sea vinculante debe resumir en términos numéricos que participe el 40% de quienes están inscritos en lista nominal de electores (92 millones 823 ciudadanos) equivalente a 37 millones de votos. Difícil, no imposible.
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Ahora, otra pregunta de algo que muchos suponemos no ocurrirá, ¿quién reemplazaría a López Obrador? En el último párrafo del artículo 84 de la Constitución no hay lugar a dudas: “En caso de haberse revocado el mandato del Presidente de la República, asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo quien ocupe la presidencia del Congreso; dentro de los treinta días siguientes, el Congreso nombrará a quien concluirá el período constitucional”.
La efemérides recuerda que en marzo de 2019, Andrés Manuel López Obrador turnó al Congreso una iniciativa de cambio a la Constitución para permitir, si así ocurriera, la revocación del mandato presidencial. Y en ese mismo año, el artículo 35 fue ampliado para incluir una fracción, la novena, para tal fin.
También, si de antecedentes se trata, en El Universal, Alejandro Guerrero Monroy, maestro en Derecho internacional por la Universidad complutense de Madrid, apuntó que la revocación de mandato en América Latina se remonta a la provincia argentina de Córdoba en 1923, “como una nueva votación par que las autoridades pudieran ser removidas”.
Este procedimiento se extendió en otras provincias. A nivel presidencial Cuba la incorporó en 1940, aunque no llegó a regularse y desapareció hasta 1976.
A nivel presidencial la han sumado Venezuela (1998), Ecuador (2008) y Bolivia (2008).
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A este remolino de puntos de vista, se integró el de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, inclinada a que es fundamental que todo gobernante rinda cuentas a los tres años de su administración para que no se olvide de sus compromisos y a los seis años se vaya “sino que sabe que va estar en revocación de mandato a la mitad de su periodo”.
Cuestión a que se analice.
En Hidalgo, la asociación civil Que siga la Democracia, a través de su presidenta, Marivel Solís Barrera, declaró que en el estado se debe cumplir una meta de 800 mil asistentes en las mesas receptoras para la que llamó herramienta democrática sea viable.
Por su parte, el coordinador el coordinador regional de Tulancingo de la asociación, Damián Sosa Castelán, dijo que serán cuidadosos en no transgredir la veda electoral, sin difundir promociones o imágenes que puedan vincularse con los cuatro candidatos a la gubernatura.
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