Bailando al son de las notas del violín, las jaranas y las guitarras, los pobladores de la comunidad de San Miguel Tlaxinca, del municipio de Cardonal, dieron un emotivo adiós a la joven Martha Aderaly González Martínez, de 17 años de edad, que murió por las fracturas craneoencefálicas causadas por la caída de un grueso tubo que sostenía el enlonado de la Muestra Gastronómica de Santiago de Anaya, al esperar, junto con sus compañeros, turno para participar en un concurso de baile de huapango.
El féretro de color blanco, en cuyo interior reposaba el cuerpo de Martha Aderaly, fue colocado al centro de la cancha de basquetbol de San Miguel donde en muchas ocasiones practicó los pasos del huapango junto con los otros integrantes del grupo folclórico “Pasión Huapanguera”, que confiados en que iban a obtener el primer lugar, el pasado domingo se trasladaron a Santiago de Anaya para participar en el concurso de baile, el cual no se realizó por esa tragedia.
Mauricio, originario de la localidad de Orizabita, fue el encargado de iniciar el baile junto al féretro de Aderaly, de quien fue su última pareja de danza.
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Tras ejecutar los primeros pasos rápidos y complicados del zapateado, como solía hacer cuando practicaba con Aderaly por las tardes, el resto del grupo “Pasión Huapanguera” con los rostros serios y conteniendo el llanto, vestidos con los tradicionales trajes de la Huasteca Hidalguense, comenzaron a bailar también. Luego el resto de los asistentes.
Daba la impresión de que era una fiesta, pero no era así. El baile terminó con aplausos para Ederly, cuyo ataúd fue llevado de la cancha al panteón donde fue sepultada.
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“Así lo hubiera querido ella. Que la despidieran con alegría, música y baile. Era una apasionada del huapango, por eso le decíamos de manera cariñosa la huapanguerita”, comentó uno de los vecinos.
El día del accidente, además de Martha Aderaly, otras 10 personas resultaron lesionadas.
Para deslindar responsabilidades, la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo ha iniciado una carpeta de investigación con el objetivo de esclarecer el por qué la lona y los tubos no resistieron el embate del viento.
Por Juan Ricardo Montoya, corresponsal / La Jornada
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