Discursos violentos disfrazados de derechos

Quisiera pensar que con el fin de marzo regresará un poco de calma, pero eso no sucederá pronto. 

Marzo es un mes complejo para las mujeres y las disidencias sexogenéricas. Pareciera que el discurso de los derechos humanos avanza, hay mayor reconocimiento jurídico e institucional. Más convocatoria en marchas, eventos y posicionamientos de condena a las violencias. 

Por otro lado los titulares, las redes sociales y los propios espacios que habitamos nos recuerdan que las cosas no han cambiado tanto. Quizás ahora tenemos palabras para nombrar lo que nos suceden y redes y espacios que nos hacen sentir segures, pero se cuela por ejemplo, el otro día llegó a mis manos un billete donde escribieron “no al feminismo, no al mal ejemplo” . 

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En el pensamiento heterosexual, Monique Wittig mencionaba que los discursos reflejan la base de la sociedad y que están construidos de tal forma que impiden a les otres hablar en sus términos.  Esto sigue vigente, pero los discursos antiderechos se están apropiando del lenguaje de nosotres, les otres, para continuar manteniendo el poder. 

Escuchamos y leemos a personas decir que están a favor de los derechos humanos, del feminismo,en contra de la discriminación pero que no consideran al aborto como un derecho,a las mujeres trans como mujeres, negando ser racistas, clasistas o capacitistas. 

Se hacen foros en universidades en nombre de la libertad de las mujeres, pisoteando a otras. Hay campañas políticas y partidos que juran estar en favor de los derechos humanos pero cuyas propuestas son más delitos, más políticas asistencialistas y encubriendo violencias que suceden al interior de sus filas. 

De repente se han popularizado las causas, lo cual no estaría mal si no se despolitizaran las palabras, las demandas, la lucha. Si, necesitamos que las personas se posicionen públicamente en favor de los derechos de todes pero eso va de la mano de acciones y reflexiones.  

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La normalidad- que no significa que está bien- es la discriminación, la violencia. Salir de esa normalidad es responsabilidad de cada une de nosotres. Sí, nos equivocaremos pero entender que estuvo mal y disculparse es un gran inicio. 

Lo cierto es que no cederemos nuestras palabras, nuestros códigos, ni luchas ante estos intentos de disfrazar la violencia como un discurso de derechos. Alfonso Díaz dice que la violencia es como un animal, podrá ser una jirafa, un elefante, un perro; pero no deja de ser un animal. (Este ejemplo no busca el especismo sino una categorización semántica). 

Por último, ninguna lucha que busque el reconocimiento de los derechos humanos de las personas invalida a otra. 

Caminamos juntas, juntes, juntos. 

Posdata 

Seguimos sin titulares de la Comisión de Atención a Víctimas y Comisión de Derechos Humanos. 


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