Heredada por la cultura occidental, la visión de la Historia que mantenemos hasta nuestros días es la de los vencedores. Poco o nada se habla siempre de los vencidos. Lo mismo pasa con los héroes. Son ellos los que sobreviven y acampan en los libros de historia. En cambio, los perdedores y los traidores, si bien les va, ocuparán un sitio por de más intrascendente.
¿Quiénes son los perdedores de la historia? ¿Porqué han sido casi borrados de las páginas de las letras que nos han construido? ¿Qué fue lo que los orilló a realizar las acciones que los condujeron hasta el sitio de la nada? ¿Son traidores, mártires o simplemente, hombres y mujeres que cayeron en desgracia? Creo que en la mayoría de los casos, son gente que se ganó a pulso esa situación.
En las historia de nuestro país no son pocos los ejemplos de los traidores que impactaron en la realidad de su tiempo, Hernán Cortes, Moctezuma Xocoyotzin, Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Victoriano Huerta, José de León Toral, Díaz Ordaz, entre un sin número de personajes que ahora son sólo una mancha de odio o sangre en el lienzo del pasado.
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Cuando se habla de la batalla de las Termópilas, quien es reconocido, a pesar de haber perdido la batalla es Leonidas y su ejercito de 300 guerreros, mientras que Efialtes, quien fuera el traidor que llevó a los persas por un camino secreto que rodeo a los espartanos emboscándolos para morir en el estrecho donde habían resistido durante dos días, es a penas recordado como un ser insignificante.
De Leonidas sobrevive un monumento en el sitio de la contienda, así como cientos de referencias en la literatura de todo el orbe, mientras que de Efialtes, no hay más que el recuerdo de que lo mandaron matar los mismos persas, quienes no le dieron ni el dinero y mucho menos las gracias por conseguir el triunfo para Jerjes I.
Durante la semana que ha transcurrido pensé en este pasaje, porque una charla con el poeta y editor Marco Antonio Campos me recordó lo intrascendentes que somos respecto de lo importante que pensamos ser. En nuestro ideario, la concepción de relevancia en el círculo social donde nos desenvolvemos por el hecho del trabajo que tenemos, los bienes que poseemos, el grado académico que hemos conseguido, o bien, por lo que creemos que significamos en el “reconocimiento” de las personas con las que interactuamos, nos alejan ineludiblemente de la realidad: en el planeta y el universo somos insignificantes.
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Algo que puede resumir esta teoría podría ser realizar un ejercicio entre nuestro primer círculo, si en este momento lanzamos una sencilla pregunta a las personas que están a nuestro lado diciéndoles: ¿Sabes cómo se llamaba el Secretario de Pesca en el sexenio presidencial de Carlos Salinas de Gortari? Evidentemente, la respuesta será negativa en un 99% de las ocasiones. Esto significa, sin lugar a dudas que el mismo sitio en el olvido que guarda Guillermo Jiménez Morales es el que ocuparemos, pero eso no queremos entenderlo, o al menos, no por ahora.
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