Carlos Camacho

Ni verde, ni ecologista ni de México, así el PVEM

Quienes han seguido la trayectoria del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), aseguran que no es tal; es decir, ni es verde, ni es ecologista y ni es de México. Más bien, es un instituto político cuyos dirigentes son oportunistas y se cargan del lado del partido que detenta el poder en cada momento de la historia reciente. 

Así lo hizo en el 2000 con Vicente Fox Quesada (PANH), en el 2006 con Felipe Calderón Hinojosa (PAN), en el 2012 con Enrique Peña Nieto (PRI) y en el 2018 con Andrés Manuel López Obrador. 

Para las elecciones del 2022 en seis entidades donde se renovará el poder ejecutivo estatal, se sumó a la coalición “Juntos Haremos Historia” con Morena, el Partido del Trabajo (PT) y a nivel estatal con partidos de registro local, como en Hidalgo con el Partido Nueva Alianza. 

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Desde el año pasado se firmó el acuerdo correspondiente para que estos cuatro partidos postularan un candidato común, en este caso, surgido de las filas de Morena, el senador ahora con licencia, Julio Menchaca Salazar. 

De hecho, en el proceso más reciente, para elegir diputados federales, el considerado líder moral del PVEM, Cuauhtémoc Ochoa Fernández, jugó con la bandera del Verde y cuando ganó la elección en el distrito electoral federal de Tula, dejó las filas de su partido de origen y se sumó a la bancada de Morena y es ahora un ferviente impulsor de la 4T y de la reforma eléctrica que pretende el presidente Andrés Manuel López Obrador. 

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Hasta ahí, todo parecía caminar con relativa normalidad, hasta que llegó el 23 de marzo y horas antes de concluir el plazo del IEEH para el registro de candidatos, dio la sorpresa, se auto excluyó de la coalición y decidió ir por cuenta propio, con su candidato que al final no fue ni Raúl Badillo, Octavio Magaña; Israel Félix, Honorato Rodríguez, ni Cuauhtémoc Ochoa, sino el ex presidente del IEEH, José Luís Lima Morales, quien disfrutaba de una especie de “sabático” político pues veía lejana la posibilidad de participar en el proceso electoral del 2022. 

Pero, en política así es, nadie puede darse por muerto y las sorpresas están a la orden del día. 


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