Ecos de la violencia

La guerra en Ucrania y el enfrentamiento entre barras de fútbol han detonado una serie de especulaciones lamentables sobre lo que se cree que ha causado estos eventos. 

Que si los hombres por ser hombres, que la falta de educación, la nula “cultura” (me refiero a leer en lugar de ver deportes), que el color de piel, que el narcotráfico… 

Ninguna opinión al respecto es justa con las situaciones pero si revela cuan introyectadas tenemos ideas esencialistas y raciclasistas en nosotres. Peor aún cuando estos comentarios vienen de personas que dicen entender de feminismo y derechos humanos. 

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Vivimos y crecimos en sociedades construidas sobre muchas violencias, castigos y prejuicios. Todo ello es sistemático, se encuentra en la mayoría de los espacios que recorremos y habitamos. Sí, hemos hecho esfuerzos por crear otros espacios pero aún en ellos se cuelan varias prácticas violentas.  Quién diga que nunca ha sido violento, que nunca ha discriminado está mintiendo. 

Por supuesto que debemos condenar e indignarnos por estos hechos, pero lo que no debemos hacer es reducirlos a prejuicios. Son situaciones sumamente complejas que no se van a resolver replicando discursos discriminatorios. 

Si los hombres son violentos por ser hombres o las personas por su color de piel o su nivel socioeconómico son violentas ¿qué se hace? ¿Llenamos las cárceles? ¿Se les vigila desde el momento en el que nacen o se les aísla? 

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La idea de individualizar problemas sistemáticos nos puede dar minutos de tranquilidad. Solo eso minutos, porque pronto hay una nueva noticia que nos hace saber que es un problema social, no solo una persona. 

Tratemos de ampliar nuestro panorama antes de hablar o escribir. Quizás podemos pensar que nuestros actos y comentarios no tienen impacto, pero no son un eco.  

Recordatorio: seguimos sin ombudsperson y sin comisionad(o/a/e) de víctimas. 


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