Durante varios espacios y momentos hemos sostenido la relevancia que juegan las redes sociales en distintos ámbitos de la vida nacional. Sin duda alguna el periodismo no es la excepción. Observamos cómo múltiples periodistas de distintos medios de comunicación crean y utilizan sus plataformas para hacer llegar sus mensajes e informar a la gente. Es así que en las redes sociales se despliegan distintos modelos de comunicación social que utilizan desde los métodos tradicionales hasta la innovación clásica del uso de la sátira, entre muchos otros.
En este sentido, recientemente el llamado “periodismo crítico” ha sido objeto de señalamientos desde el Ejecutivo Federal por su supuesta falta de objetividad. Sin duda alguna los casos más emblemáticos han sido los de Carmen Aristegui, Carlos Loret y Víctor Trujillo con su personaje de “Brozo”. Ahora bien, el llamado “periodismo crítico” no es algo nuevo, históricamente ha jugado un un rol fundamental en la consolidación de la democracia y la libertad de expresión en México y el mundo, pero ¿debe haber límites? Hay distintas opiniones al respecto -personalmente no lo creo-, lo que es un hecho es que siempre se ha utilizado como un arma para la denuncia, crítica social y entendimiento de nuestra realidad política.
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En ese sentido, vale la pena reflexionar acerca del rol del periodismo en la democracia y en la política. A lo largo de la historia, el periodismo ha sido pieza clave en la estructuración de los límites del poder y consecuentemente en los límites del gobernante. Un ejemplo claro es utilizar al periodismo para criticar el modo de actuar de los políticos en todas sus facetas. Por ahí decían los antiguos que los buenos políticos -la política en la antigüedad implicaba ocuparse de lo público y el bien común- por congruencia moral debían comportarse de la misma forma en privado y en público; de ahí la importancia de hacer crítica de su vida integralmente.
Además, en nuestro país y en el mundo hay múltiples antecedentes y formas del cómo se ha buscado limitar el abuso del poder desde la crítica: un buen ejemplo de ellas ha sido la sátira política. Ahí esta el ejemplo de “el hijo del Ahuizote” que durante el siglo XIX, en el Porfiriato -enmarcado en una lucha por la libertad de expresión- se combatió el régimen autoritario, enfrentando la represión y abuso del poder; sus publicaciones y caricaturas jugaron un rol fundamental para luchar por el verdadero acceso a la democracia y dar cauce a la expansión del ideario liberal mexicano. Hay otros muchos ejemplos como Jesús Martínez “Palillo”, las películas de Damián Alcázar o los moneros que a pesar de la opresión sistemática, sin intimidarse por la fuerza del Estado, se han consolidado como personajes de oposición y contrapeso al poder.
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En tal escenario, no hay que perder de vista la relevancia que el llamado “periodismo crítico” ha tenido para el desarrollo democrático de nuestro país. Especialmente la izquierda mexicana ha atestiguado la exposición de los abusos del poder, deficiencias públicas, casos de corrupción, desvíos y desvaríos institucionales. El periodismo juega y ha jugado un papel fundamental para la sana convivencia pública, es un fiel reflejo de la buena salud pública de la sociedad. Incomodar al gobernante no debe concebirse como un atentado al poder público, por el contrario es un contrapeso necesario para el buen funcionamiento del Estado.
EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL
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