Las feministas siempre nos hemos imaginado que otro mundo es posible, con justicia social, con vidas dignas y bienestar, pero no solo lo imaginamos, lo vamos creando entre muchas.
Desde el movimiento siempre se ha reconocido que todas las personas requieren de cuidados a lo largo de las distintas etapas de la vida y que como menciona la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cuidado de las personas está ligado con el bienestar, pero las cifras en México nos indican que esto no ocurre, la Encuesta Nacional de Dinámica Geográfica 2014, muestra que de los 120 millones de personas que vivimos en México, 7.1 millones tienen una discapacidad que les limita para hacer actividades consideradas básicas, o como el 80.8% de las mujeres que tiene una ocupación laboral no cuentan con acceso a centros de desarrollo infantil, por lo que tanto las personas discapacitadas, como las infancias quedan al cuidado de otras, que generalmente son mujeres el cual realizan estos cuidados de manera no remunerada, sin seguridad social, sin que alguien se ocupe de la salud mental que implica el cuidado.
Por eso, celebro, que se haya concretado, la reciente reforma constitucional que en su artículo 4º justamente habla sobre la corresponsabilidad de hombres y mujeres de hacer este trabajo y de que en el artículo 73 se impulse el Sistema Nacional de Cuidados, en el que deben participar desde los municipios hasta la federación, como las feministas siempre lo hemos planteado no solamente se trata de hablar de cómo se distribuyen los cuidados al interior de las familias, sino que en la distribución de estos cuidados deben participar el estado, la comunidad y el mercado, para disminuir esta carga que ha recaído principalmente en las mujeres.
Ya veremos, como se va desarrollando este Sistema Nacional de Cuidados, del que han sido impulsoras desde sus distintos saberes y trincheras las académicas, activistas y las legisladoras feministas en el Senado y la Cámara. De ello, iremos dando cuenta en posteriores columnas.
Además de celebrarlo quiero dedicar esta columna a dos personas que saben lo que es significa e implica cuidar a personas autistas, en Hidalgo a una de ellas el estado le falló con todo lo que significaba cuidar una persona autista sin una red de apoyo le fueron mermando sus posibilidades laborales y por tanto la posibilidad de tratamiento a su hijo; la otra es mi compañera del Consejo Social del estado de Durango que con otras condiciones de vida y el apoyo familiar, ha impulsado una asociación en Durango para que las personas autistas y sus cuidadoras tengan una mejor calidad de vida, para ellas, mi admiración y que el Sistema de Cuidados en el país se vuelva una realidad tangible, como lo hemos imaginado las feministas: un mundo digno para todas las personas.
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