Michael Ramos Araizaga, cineasta, fotógrafo y escritor, se ha sumergido durante años en el mundo de la lucha libre, de donde se inspiró para producir diversos documentales y libros que enaltecen la cultura popular que se respira en cada parte de México.
Sin embargo, se centró en un punto medular de la historia del pancracio, los exóticos, luchadores homosexuales y quienes rompieron con los esquemas del arte del Gotch, a pesar de miles de obstáculos.
“Sin Máscaras. Registro fotográfico de luchadores exóticos refleja lo que sucede con estos ídolos, con las estrellas de la lucha. Son gladiadores en toda la extensión de la palabra. Nos dimos a la tarea de reunir a los expertos de la cámara, a quienes están abajo del ring capturando cada movimiento.
“No es nada fácil tomar fotografías de una función de lucha libre, hay mucho movimiento, velocidad, la gente te chifla, te avientan de cosas. Creo que este libro es una forma de reconocer a luchadores y fotógrafos”, explica Michael Ramos.
Este libro presenta el trabajo de los fotógrafos Daniela Herrerías, Annick Donkers, Areli Carrasco, David Carrizosa, Luis Cobelo, Mr. Reyes, Ángel Nápoles, Black Terry Jr., Rostro Oculto, Eduardo Jiménez, Zao, Ánima de Coyoacán y Misael Sámano, además de imágenes resultado del proceso de producción del documental “Los Exóticos”, de Ramos Araizaga.
Hojearlo es abrir los cinco sentidos, quedar deslumbrado por lentejuelas, pelucas, maquillaje, telas exuberantes y sentir los perfumes intensos, pieles llenas de aceite e incluso sentir los besos, como los aficionados que tiemblan cuando uno de los exóticos se acerca con la intención de unir sus labios al mejor bigote.
“En sí la lucha libre es un arte mal visto, era el patito feo en cuanto a deporte, arte y literatura, hasta como nota, pero de unas dos décadas a la fecha se convirtió en un referente, todos quieren formar parte de este alud que ha generado la lucha.
“Y en este gran mundo están los exóticos, luchadores que han sufrido para ganarse un lugar en las arenas, pero lo más importante se han dado a respetar demostrando que son luchadores profesionales, con escuela y recursos para tomar un papel destacado en este espectáculo”, resume el autor.
Y el libro comienza precisamente con uno de los precursores de este estilo, Ruddy Reyna, gladiador glamoroso que hizo época con su forma de desempeñarse en el enlonado.
De estas primeras páginas, damos el salto al mundo de los galantes, las plumas, brillantina y, como un tope suicida, así de vertiginoso aparece Pimpinela Escarlata, Polvo de Estrellas, Pasión Cristal, que en paz descanse.
Los ojos reciben un rojo candente, así como lo es Cassandro, una de las máximas figuras y quien además tendrá un documental en streaming.
“Los exóticos actuales retoman toda la parafernalia de aquellas vedettes como Lyn May, Rosy Mendoza, entre otras, todas llenas de estolas, plumas, lentejuela, porque estos mismos exóticos de hace 50 años o más eran más bien exagerados y galantes, pero desde hace un par de décadas o poco más son homosexuales a mucho orgullo.
“Sin Máscaras. Registro fotográfico de luchadores exóticos es un homenaje a ellos, a su lucha constante por sobresalir, porque muchos son de origen humilde, lucharon contra la homofobia tanto en su círculo familiar y luego en el de la lucha libre, donde no eran bien vistos”.
Ahora, muchos de estos ídolos de luz, de vestidos coloridos, máscaras coquetas y trajes que ni Silvia Pinal hubiera soñado, son parte de los movimientos de la comunidad gay, ejemplos de vida y trabajo.
Sus historias, más allá de un ring, se complementan con carreras como diseñadores de moda o comerciantes y ahí es donde fotógrafos les piden modelar, en ese mundo privado.
Las imágenes que se aprecian en este libro se derivan de una amistad, del ser que tiene una cámara fotográfica y que cada semana acompaña al luchador en sus presentaciones, uno, dos o hasta cinco días continuos.
La amistad se va fortaleciendo al grado de abrir las puertas del camerino o vestidor para que un lente invada ese momento en el que el personaje cobra vida.
Fotografías que han viajado, que en Japón o Europa son parte de exposiciones o de subastas.
Este libro ha sido considerado una obra de arte en el amplio mundo de la lucha libre, donde los expertos de la lente coinciden en que “si no han sido fotógrafos de lucha libre o de guerra, no pueden ser considerados profesionales”.
Michael Ramos Araizaga lo confirma, asegura que filmar, fotografiar y escribir sobre este universo de máscaras y golpes es un arte.
“Por eso vemos diplomados, conferencias, exposiciones en universidades, embajadas, museos, todo sobre lucha libre, porque es cultura, sabor, olor y un espectáculo que engloba muchas especialidades, diseño, pintura, escultura, cine, libros, documentales y un gran mercado para explotar en la literatura”.
Por Alejandro Baillet
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