Garlito
Los calendarios, esos que marcan día a día santos patronos, cumpleaños y fechas importantes, hace algunos años, destacaban aquellos días conmemorativos y de ninguna manera pasaran desapercibidos y así allegar felicitaciones o conmemorar fechas heroicas del pasado tormentoso convertido en discursos y monumentos citadinos; nuestra cultura fiestera y alegre y gobiernos sino democráticos si emanados de un pasado violento, orgullosos de sus triunfos, hacían de los días de conmemoración nacional, la justificación de su existencia y otorgaban al pueblo un día de asueto, si la fecha caía en día hábil, sino no.
RATING
Si nuestras fiestas nacionales fueran programas de televisión o radio y a través de una medición de popularidad, rating o fuera una serie de éxitos musicales, un hit parade, hay conmemoraciones con mayor arraigo popular que otras, no precisamente por su importancia o significado en la Historia de México, sino por el gusto del pueblo, quien al fin de cuentas todos los movimientos se inspiran en el sufrimiento e injusticia que sufre el Pueblo, personaje difuso, musa eterna de nuestra perpetua obra de arte en construcción.
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Es la Independencia la fecha histórica con mayor popularidad entre los mexicanos, por su inspiración de libertad e igualdad, celebración en todo el país y más allá de sus fronteras, la Revolución es la segunda fecha nacional con gran arraigo popular, esta tal vez por volver a reiterar los ideales de justicia, democracia, tierra y libertad y por tener héroes más de carne y huesos; todos compatriotas que con sus vidas, ideales y errores construyeron lo que hoy es México, con todos sus defectos, excesos y miserias, aún queda en la incógnita ¿qué tan reales fueron esos triunfos y si lograron sus objetivos verdaderos?, cada connacional tiene su propia respuesta.
La modalidad de celebrar ese día de asueto que el sistema otorga a los mexicanos por sus triunfos históricos, recorrer el día de descanso al lunes anterior y así inventar un puente, magnánimo el gobierno no deja sin descanso al obrero y campesino, pero resta importancia a la fecha patria, pues el día de conmemoración todos trabajan y no se percatan que ese día es realmente el que hay que celebrar; sin patrioterismos ni falsos nacionalismos, el impacto psicológico en el Pueblo de festejar el mero día, nos hacía recordar la gesta histórica y su importancia, no como ahora que parece se acomoda a un sistema de ofertas mercantiles un fin de semana.
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FACCIONES
Si bien los antiguos desfiles de la Revolución eran un gasto para padres de familia y un exceso gubernamental, así como una muestra autoritaria y apoteosis de un nacionalismo revolucionario que se sustentó por más de 70 años como directriz política, social y económica, en tanto esos festejos, la Revolución fue saqueada hasta su último reducto, el ejido, fue privatizado en los peores años de los gobiernos revolucionarios: el salinato; hoy quien la recuerda a sus 101 años de iniciada, confía en ella y espera su resurgimiento, con nuevas ideas y nuevos personajes pero al parecer las mismas calamidades; la Independencia y la Revolución entre errores políticos y traiciones tras traiciones, no debe haber celebraciones triunfalistas pero si conmemoración de hechos, años y seres humanos que entregaron sus vidas por la buena o por la mala, en esas difíciles circunstancias que les tocó vivir en nuestro país, nuevamente los héroes anónimos, dejemos descansar a los otros.
Para conocer más sobre la Revolución grandes libros: una novela, La Sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán, la revolución controlada por caudillos y alejada del pueblo; Breve Historia de la Revolución Mexicana de Jesús Silva Herzog (padre), una joya histórica y una manera interesante, profunda y analítica del movimiento, Historia de la Revolución Mexicana de Heberto Castillo, escrita para adolescentes de secundaria durante su estancia en la cárcel de Lecumberri después del 68 y Revolución Mexicana de José Mancisidor, obra de culto.
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