En lo personal, profesional o colectivo, el respeto es uno de los valores más preciados para lograr sanas relaciones humanas.
Desde el año 2013 el tercer jueves del mes de octubre se celebra el Spirit Day o Día del Espíritu, conmemoración iniciada en Canadá que se ha extendido a muchas partes del mundo y cuyo objetivo es promover el respeto a la Comunidad LGBTI (Lésbico, gay, bisexual, transexual e intersexual).
Uno de los principales motivos que movió a instaurar esta conmemoración, es el bullying del que son víctimas las personas que pertenecen a este grupo, que tristemente siguen siendo blanco de discriminación, negación de oportunidades, falta de atención, maltrato y asesinato por expresar su identidad sexual.
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Afortunadamente cada vez más se abordan estos temas en diferentes foros, se han instaurado políticas públicas y existen días como este que son necesarios para recordarle a la sociedad el respeto a la libertad y a la diversidad personal, lo cual me da mucho gusto porque otras generaciones no tuvimos la oportunidad de crecer con esta apertura, nos hemos tenido que involucrar y adoptarla.
Y en este barco que ondea la bandera del respeto todos somos responsables de fomentar y predicar con el ejemplo desde el rol o roles que jugamos, ya sea en el hogar, en los centros de trabajo, en los lugares de convivencia o esparcimiento y desde luego en los centros educativos donde educar en el respeto hacia nosotros mismos, a los demás y a nuestro entorno no es tarea sencilla.
Me atrevo a decir que la palabra respeto es una de las que más echamos mano en el aula y más difíciles de alcanzar, la Real Academia de la Lengua dice que es reconocer el valor de alguien o algo, y este es un valor que sin duda norma nuestra convivencia porque somos sociales por naturaleza.
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Es de reconocerse que, en muchos programas educativos además de la valoración de conocimientos, habilidades o destrezas adquiridas, también se le otorga una elevada ponderación a “el ser”, que tiene que ver con el comportamiento en la comunidad, saber convivir, la capacidad de comunicarse de manera efectiva, reconocerse y manejarse a nivel emocional y entre muchas otras, el respeto a la naturaleza, a las ideas y a las personas.
Para quienes tenemos el privilegio de ser formadores, es importante reafirmar el valor del respeto y ubicarlo en un primer plano de cultura social, contribuyendo con esto a reafirmar también el superior valor de las personas sobre las cosas, ojalá que, en algún momento no lejano, ya no tuvieran que existir el Día del Espíritu y otros días conmemorativos para alzar la voz, ojalá que el respeto nos alcance y haga parte de nuestra cultura social. Todo inicia y termina en el respeto.
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