En una de estas tardes en que se advierten próximas las sombras de la noche, casi al azar pulsé en Netflix un título: Jayalalithaa, La primera ministra. Película drama biográfico indio, basada en la vida de una actriz y política.
El filme se estrenó apenas el pasado 10 de septiembre. Kangan Ranaut, muy atractiva y eficiente protagoniza a Jayalalithaa (24 febrero 1948- 5 diciembre 2016) y Arvind Swami, en su justo papel de otro personaje no menos importante, M.G. Ramachandran.
Todo se desarrolla en Tamil Nadu, “tierra de los tamiles”, uno de los 29 estados que, junto con 7 territorios de la Unión, constituyen la República de la India. Su capital es Chennai, antigua Marás.
Tamil Nadu fue uno de los estados afectados por el tsunami que asoló costas de Asia el 28 de 2004. Murieron más de 4 mil personas.
Tamil es identificado por su rica literatura, música y danzas. Es de las entidades más progresistas e industrializadas de la República.
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La cinta en verdad es recomendada para mujeres, todas aquellas que luchan por ocupar mejores espacios en su vida, y que merecen el total de los respetos.
Por el argumento, mensaje especial a quienes abordan sinuosos caminos de la política. El ejemplo de La primera ministra las motivará.
Jayaram Jayalalithaa, nombre completo, apareció en 140 películas entre 1961 y 1980. Fue elogiada por su versatilidad como actriz y sus habilidades de baile. La identificaron como Reina del cine tamil.
Un coprotagonista frecuente fue Ramachandran, a quien se identificaba como MGR. Se creó una natural identificación.
Fue cuando Jayalalithaa se unió al unió al AIADMK, partido de Ramachandran, quien murió en 1987.
En 1991, Jayalalithaa se convirtió en el primer ministro de Tamil Nadu, y así, sorteó días adversos, pero siguió al final en la cima, hasta su deceso.
La cinta hay que verla sin falsas emociones, pero si al final aceptar que una figura femenina se engrandece, que no hubo barreras y obstáculos limitando sus capacidades naturales.
AMLO: sin favorito: Hidalgo a la espera
Andrés Manuel López Obrador declaró que no tenía favorito para que fuera su sucesor. Aludió a una posible encuesta pública de donde surgiera el formal aspirante.
Sin embargo, las señales que ha mandado ubican a Claudia Sheinbaum, como la número uno en sus preferencias, aunque ella ha sido cauta y no se ha adelantado a tiempos.
Pero luego surgen, muy decididos, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, quienes ya públicamente han anunciado que estarán en la pelea, guardando respeto a la investidura presidencial, pero sin ceder terreno con anticipadas dimisiones de sus proyectos.
En la toma de posesión de Evelyn Salgado como gobernadora de Guerrero, coincidieron Sheinbaum y Monreal. Se les vio afectuosos.
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En un práctico análisis, cartas sobre la mesa, los tres parecen tener oportunidades, sustentándose en funciones que han desempeñado como servidores públicos y como políticos.
Desde luego mucho tendrá que pesar, sino es que todo, la última palabra que se entienda como decisión del Presidente.
Y en tiempos más urgentes, en seis entidades hay también claros movimientos de quienes se plantean como pretendientes a encabezar gubernaturas, esto en el cercano 2020.
Hidalgo es una de ellas.
Y aquí particularmente se escudriña – ¿vale decirlo así?- si habrá unión de PAN, PRI y PRD para postular un candidato común, y a su vez Morena, con partidos afines buscará la alternancia en el Poder Ejecutivo.
En algún momento, en el marco de la pretendida reforma eléctrica, parecía que el partido tricolor, y su dirigente, Alejandro Moreno, no se definía para mantener una indeclinable oposición o, de alguna forma negociaba con los morenistas.
De ser lo último, evidente, no habría frente común de la mano con PAN y PRD, aunque en las últimas manifestaciones al respecto pretenden buscarse acuerdos, en ambos frentes –PRI y Morena- para llegan a una conciliación en beneficio del país.
No falta mucho para salir de dudas.
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