Todo empezó cuando algunos animales amanecieron muertos, con dos orificios en el cuello. Mi compadre José Juan no entendía lo que pasaba, fue con el veterinario, quien al examinar a los animales, dijo que un parásito que les había provocado la muerte.
Mi compadre no le creyó al veterinario. Entonces me pidió que le ayudará en las noches hacer guardias. Él pensaba que era algún mendigó coyote que bajaba del monte para matar al ganado.
Le respondí — vigilemos, compadre para ver qué es lo que provoca la muerta de tus animales
Durante varias noches cuidamos, no se vía nada, nadie se acercaba, hasta que un viernes, como a las tres de la madrugada, estábamos en el corral ocultos entre la vacas. Escuchamos un golpe en el tejado. Salí a asomarme para ver qué provocaba ese ruido, mi compadre se quedó adentro. No encontré nada, pero cuando volví al corral, mi compadre estaba inmóvil, con la cara pálida y sin color en los labios.
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— ¿Qué te pasa compadre? ¡Dime algo! ¿Qué fue lo que viste?
Estuve muy angustiado sin saber qué hacer, por más que lo zangoloteé, no respondió.
— ¡Comadre Martha, venga, ayúdeme! No sé qué le pasó a José Juan.
Mi comadre salió en camisón y con una cobija encima de la espalda.
Ella llorando me gritaba —¡Pero, Toño¡ ¿qué le pasó a mi José Juan?
— ¡No sé, no sé ¡Me salí para ver qué provocó un ruido en el tejado, cuando regresé al corral, lo vi así como está!
Al ver que mi compadre no reaccionaba, lo eché a la carreta para llevarlo al dispensario médico del siguiente pueblo.
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El camino estaba muy obscuro, una nube grande cubría la luna, se escuchaba el aullido de los coyotes, íbamos a toda velocidad; de repente, a lo lejos alcancé a ver un bulto atravesado a la mitad del camino, les jalé la rienda a los caballos, se detuvieron de inmediato y empezaron a retroceder asustados.
Al ver lo que teníamos enfrente, los cuacos del miedo, corrieron despavoridos, eso provocó que la carreta se volcará y mi compadre saliera disparado. Perdí el conocimiento un rato, creo que me golpeé la cabeza me estaba escurriendo mucha sangre.
Cuando desperté me adentré en el bosque para buscar a mi compadre, entre las ramas de los árboles vi una silueta, con ayuda de la luz de la luna miré que aquello que me acechaba, se acercaba a mí y sin pensarlo dos veces corrí sin voltear.
A la mañana siguiente fui a la casa de mi comadre, me recibió en un mar de lágrimas, cuando vio que llegue sin José Juan.
— No compadre, no pude pegar el ojo en toda la noche sin saber de mi José Juan,
estuve preocupada.
— ¡Vamos rápido a buscarlo al bosque!
Después de caminar un tramo le dije: – Aquí fue donde se cayó cuando se volcó la carreta.
Estuvimos buscando mucho rato, hasta que mi comadre lo vio tirado junto a un arbusto.
— ¡Allá está mi José Juan!
Corrimos hacia donde estaba, mi compadre, estaba muerto, tenía dos orificios en el cuello, igualitos a los de sus animales.
Muchos dicen, que se trataba de un vampiro. En ese lugar todavía se cuenta que en Real del Monte vive un vampiro. Ya no quise averiguar más por miedo a terminar como mi compadre al querer saber quién mataba a sus animales.
Fuente: “Allá en mi pueblo cuentan…”
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