Con el transcurrir de los años se ha hecho cada vez más visible que las niñas y niños son el sector más vulnerable, las cifras nos arrojan datos indiscutibles, las agresiones se perpetúan incluso dentro de los propios hogares, pero además, son justamente ellos quienes más sufren en los conflictos armados.
Y es que tristemente y de manera constante, frente a guerras y conflictos, los menores no solo viven de cerca la crueldad, sino que en muchas ocasiones se convierten en víctimas del reclutamiento como soldados, atraviesan por actos de violencia sexual y/o de secuestro; y también los ataques constantes contra escuelas y hospitales, la pérdida de familiares y la escasa ayuda humanitaria los posiciona como uno de los segmentos más expuestos e indefensos.
Justamente con el propósito de reconocer el dolor que sufren, el 19 de agosto de 1982, en su período extraordinario de sesiones de emergencia sobre la cuestión de Palestina, la Asamblea General de las Naciones Unidas, decidió conmemorar, el 4 de junio de cada año, Día Internacional de los niños víctimas inocentes de la agresión.
Los números no dejan lugar paras las dudas, de acuerdo a la ONU millones de menores de edad se encuentran atrapados en áreas de conflicto y durante el 2019 aumentó un 400% la cantidad de niñas y niños que no tuvieron acceso a asistencia humanitaria.
Así mismo, Humanium, Organización No Gubernamental de apadrinamiento de niños comprometida a acabar con la violación de los derechos infantiles en el mundo, refiere que durante el transcurso de los últimos diez años, se estima que más de un millón de niños han fallecido en conflictos armados, pero además, dicha entidad ha establecido siete categorías de niños víctimas de guerra: 1) civiles, 2) niños soldado, 3) desplazados, 4) huérfanos, 5) heridos o discapacitados, 6) encarcelados y 7) con explotación sexual.
Si para adultos es demasiado complicado entender el caos reinante durante una guerra, ahora imaginemos el proceso al que se enfrentan los menores, por lo que uno de los problemas más graves recae en las heridas emocionales y psicológicas, sus repercusiones a largo plazo y el difícil camino para sanar.
Sorprendente y paradójicamente a pesar de que hace 39 años cuando se estableció este día, se hizo justamente pensando en mejorar la situación en Palestina, aún hoy la violencia en este país continua sin dar tregua, de acuerdo al periódico The New York Times, el cual además realizó de forma virtual un memorial con el nombre y edad de los fallecidos, han perdido la vida entre 60 y 70 menores de 18 años en los últimos meses, aunque es difícil tener un conteo oficial debido a los constantes ataques y bombardeos.
El tema es sumamente difícil de abordar, es complejo imaginar el dolor y la rabia de padres y madres al ver a sus hijos sufriendo, pero también es inadmisible pensar en la frustración, tristeza y desamparo de los menores que quedan solos en un mundo cada día más caótico.
Mañana, tomemos un momento para hacer un alto y repensar la forma en la que podemos brindar ayuda a quienes se encuentran en medio de dichos conflictos, pero también continuemos impulsando y ayudando a cada niña y niño que tengamos a nuestro alrededor, siempre basados en el sagrado deber de amar a nuestro próximo.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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