Simón Vargas

17 de junio, día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía

“A veces debemos expresar nuestra gratitud por las cosas pequeñas y simples como el olor de la lluvia, el sabor de la comida favorita o el sonido de la voz de un ser querido.”

Joseph B. Wirthlin

Desde hace más de dos décadas la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora este día con la finalidad de transformar las tierras degradadas en espacios sanos, y es que de acuerdo a datos de esta importante institución, la restauración de las tierras degradadas contribuye a la resiliencia económica, a la creación de empleo, al aumento de los ingresos y a una mayor seguridad alimentaria; ayuda a recuperar la biodiversidad y permite capturar el carbono atmosférico que calienta la tierra, disminuyendo así el efecto del cambio climático.

Pero además de ello, se debe reconocer que con el paso de los años modificar la tierra para, sobre todo, producir alimentos ha sido uno de los principales catalizadores de la aparición y propagación de enfermedades infecciosas emergentes en humanos, de las cuales más de un 60% son zoonosis.

El término desertificación, hace referencia a la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. La cual está causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas; y cabe señalar que este proceso no hace alusión al avance de los desiertos existentes, sino más bien a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobrexplotación y el uso inadecuado.

Desafortunadamente, y aunado a este problema las sequías cada vez más constantes merman de forma considerable los espacios verdes destinados a la biodiversidad y a la siembra. Todo se encuentra conectado, el cambio climático, el calentamiento global, la desertificación, los fenómenos naturales más violentos e incluso la hambruna y el desperdicio de alimentos; en general son dos caras de una misma moneda, que, irónicamente, ha comenzado a girar desde hace años.

En nuestro país la situación en ambas cuestiones no se encuentra en condiciones óptimas, de acuerdo a datos de la Comisión Nacional del Agua con corte al 31 de mayo, desde la parte centro hacia el norte de México las zonas van desde sequía moderada a extrema con periodos cortos y largos, e incluso una amplia extensión de Sonora se encuentra resaltada como sequía excepcional y una enorme porción de los territorios de Quintana Roo y Oaxaca han sido resaltados con la nomenclatura D0 es decir, anormalmente seco.

Es innegable que este año se ha vivido una de las peores sequías en nuestro país, en datos emitidos por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) este es el más grave periodo desde 2011, lo que ha suscitado que muchas de las presas que surten agua se encuentren con entre un 25 y 30% menos de su capacidad, y aunque la falta de lluvias es un proceso normal es indiscutible que el sobreconsumo de agua está afectando seriamente.

Ambos temas son de vital importancia para la vida en el planeta, conmemorar estas fechas nos permite reencausar los esfuerzos, pero sobre todo mirar desde otro ángulo, porque ambos problemas deben atacarse desde políticas públicas que amortigüen el impacto en la tierra, pero además debe analizarse la sobrepoblación, el impacto hídrico, la sobreexplotación, el uso desmedido de plásticos de un solo uso y el aumento de la fast-fashion, porque todo se encuentra vinculado y nada podrá combatirse aisladamente.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.

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